El 27 de marzo de 2017 el Valencia CF anunciaba la contratación de Mateu Alemany como nuevo director general de un club sumido en el caos, con la presencia de Voro González en el banquillo del primer equipo como único clavo ardiendo al que agarrarse para evitar el descalabro deportivo que habría significado el descenso. Se encontró todavía con Layhoon Chan como presidenta, a Anil Murthy Todo pura provisionalidad después de que, menos de tres meses antes, todo el proyecto se fuera al limbo con las huídas de Cesare Prandelli y Suso García Pitarch. Y, sobre todo, heredó una plantilla devaluada y desorientada y un equipo en el puesto 14 de la clasificación, nada menos que a 25 puntos de puestos Champions. El impacto de Mateu resultó determinante para cambiar el rumbo de la historia, basta con el dato de que, un año después, el 27 de marzo de 2017, el Valencia CF era cuarto en LaLiga con un colchón de 12 puntos sobre el quinto que prácticamente le garantizaba el regreso a la Liga de Campeones.

Han sido dos años y medio en los que el mallorquín se ganó el respeto de todos a base de coherencia en la gestión. La herencia que deja nada tiene que ver con lo que encontró. Hoy, cuando ya contamos las horas para su despedida definitiva, mientras Anil Murthy y Peter Lim trabajan desde Singapur en el día después, han transcurrido 936 días en los que Mateu Alemany lo cambió todo a partir del primer concepto y el primer titular que nos dejó en su primera rueda de prensa: Exigencia. Apartado del día a día del fútbol durante algunos años, tuvo que echar mano de toda su experiencia como ejecutivo y sobre todo tomar decisiones valientes para agitar el club de arriba a abajo. La primera y quizá la más trascendente, tumbar la decisión de Alexanko de apostar por Quique Setién para el banquillo y contratar a Quique SetiénMarcelino y un auténtico golpe de mano con el que acabó aglutinando todo el poder también en la parcela deportiva, primero Alexanko y más tarde Vicente acabaron saliendo del club para que él mismo y el entrenador asumieran al cien por cien la planificación con el visto bueno del máximo accionista.

A partir de ahí Mateu acometió una limpieza necesaria en la plantilla con decisiones difíciles, muchas veces criticadas, como lo fue prácticamente regalar futbolistas que habían costado muchos millones de euros como Enzo Pérez, Negredo o Nani. Más valía en aquel momento perder que más perder. Sus dotes negociadoras las centró en el capítulo de incorporaciones, en especial las del guardameta Neto Murara de la Juventus, Gabriel del Arsenal, Murillo y especialmente Kondogbia del Inter, logrando una opción de compra por 25 millones que ejecutaría el club un año después. También la de Francis Coquelin del Arsenal en el mercado de invierno.

De cara a su segunda temporada organizó un proyecto para la captación de jóvenes futbolistas, tarea para la que incorporó a Pablo Longoria y cuyos primeros frutos fueron Racic y Pablo LongoriaRacicDiakhabyLlegaron más futbolistas como Gameiro, Wass o Piccini, aunque el mayor logro fue asegurar la base del equipo con renovaciones como las de Parejo, Gayà o el propio Marcelino, así como la continuidad de Rodrigo. Sin olvidar el blindaje y proyección de las dos grandes apuestas de futuro de la Academia, Ferran Torres y Kang In Lee. Si Batshuayi fue la peor apuesta, un año después Mateu compensaría el resbalón con la llegada de Maxi Gómez, ya en plena crisis entre Marcelino y la propiedad por las diferencias de criterio a la hora de mejorar la plantilla, joven delantero que apunta a convertirse en uno de los grandes fichajes de presente y futuro.

Clasificar al equipo dos años seguidos para disputar la Liga de Campeones ha sido el hecho diferencial que ha permitido al Valencia CF y a Meriton reflotar su proyecto, tener hoy una plantilla mucho más valiosa y dar un salto a nivel presupuestario en un momento crucial, cuando el equipo estaba en serio riesgo de descolgarse del pelotón de clubes punteros en LaLiga. Ganar la Copa del Rey y el regalo para los miles de aficionados que llevaban más de una década sufriendo con su equipo. Si además se marcha dejando el proyecto del nuevo estadio a punto para reanudar las obras, se habrá doctorado.

Ser fiel a su compromiso con el entrenador por el que había apostado, el hecho diferencial que provocó el pasado verano un giro en la gestión por parte de la propiedad que al final le ha empujado hacia fuera. Todavía no ha firmado su salida, pero Mateu ya no es director general del Valencia CF desde el 11 de septiembre.