Luís Campos firmó a Rafael Leao -libre- del Sporting de Portugal y -tras una temporada- el Lille lo vendió al Milan por 23 millones de euros. Cuando la operación se cerró en agosto, su recambio estaba listo: Victor Osimhen, goleador revelación en el fútbol belga, Charleroi, 20 años, 12 millones de euros, perfecto para el modelo de juego del entrenador Galtier. Tiene toda la pinta de que el director deportivo del Lille ha vuelto a dejar en evidencia a todos los cazatalentos de las tres grandes ligas europeas. Si nada se tuerce, el delantero nigeriano dejará dinero en caja y un buen número de goles. Por ahora, lleva siete en Ligue 1 y otro en Champions, ante el Chelsea. El Valencia tiene que ser consciente de lo que viene. El miércoles tendrá que controlar a uno de los delanteros más en forma de Europa. En esta ventana internacional le hizo un gol a Ucrania (2-2) y llevó al límite a Brasil (1-1). Es mucho más que físico.

Osimhen tiene fuerza, centímetros y velocidad, se bate en duelo con los defensas cuerpo a cuerpo, sabe manejarse como referencia, juega de espaldas, pero ataca muy bien la profundidad, por eso se ha adaptado tan bien al Lille, especialista en en la transición rápida, en el contragolpe. Osimhen llega a la carrera y también se maneja como nueve de área. Es un buen cabeceador y ahí están las estadísticas. Técnicamente no es canela en rama, pero lo suple con generosidad y trabajo para el equipo, con agresividad. Sabe aprovechar el juego directo, va al espacio, pero también crea espacio para sus colegas. Osimhen plantea un desafío nivel Champions, como Abraham o Tadic. El Lille ha caído ante Ajax y Chelsea, pero sin dar facilidades.

Vendedor de agua en las calles de Lagos

Nacido en Lagos, Osimhen tuvo una niñez complicada, como tantas veces sucede en África. Con seis años sufrió un golpe tremendo: la muerte de su madre. Para ayudar a su familia tuvo que vender agua en las calles. Su padre quería que estudiara medicina o derecho, pero Victor apostó por abrirse camino a través del fútbol. La mezcla de pasión, necesidad y talento produjo un resultado radical desde el principio. En 2015 se presentó en el Mundial Sub-17 de Chile como figura de la Academia Ultimate Strikers y terminó como campeón, Balón de Plata y Bota de Oro, con récord histórico: 10, marcó en todos los partidos, desde la fase de grupos hasta la final, USA, Chile, Croacia, Australia, Brasil, México y Mali. En la aventura le acompañó una cara conocida, Samuel Chukwueze. Eso fue en noviembre y en enero de 2016 firmó por el Wolfsburgo, al que llegó con la mayoría de edad. Tenía un buen puñado de ofertas, pero apostó por Alemania... donde no le salió nada, sobre todo, por las lesiones. En un año y pico, participó en 14 partidos, no marcó. El verano de 2018 buscaba destino donde volver a empezar, pero un episodio de malaria pudo dejarle sin equipo. Para el Brujas, su físico no ofrecía garantías. El diagnóstico del Zulte Waregem fue similar: tardaría meses en jugar. Ahí, apareció el Charleroi. En septiembre estaba jugando, a los tres partidos hizo gol.