Se hacía impensable no ya la victoria sino incluso puntuar después de otra lamentable primera parte. Sin embargo, el estadio del Espanyol asistió en la segunda a la mejor versión de un Valencia CF a tiempo de taponar sus principales vías de agua y salir airosamente a flote. Una reacción notable para la que al equipo de Celades le bastó con mejorar en la salida del balón y practicar un fútbol más vertical. Dos ingredientes que sazonó con una actitud nada reprochable, la pizca de mala leche necesaria para aprovecharse del ingenuo empujón en el área de Víctor Gómez a Rodrigo y el gol de un delantero como la copa de un pino. A la caza del viento más favorable de los que soplaban en el campo, Maxi desplegó la vela mayor para demostrar que, además de bueno, es de los que aparecen cuando se les necesita. Hacía falta alguien así, sobre todo tras pasar las de Caín con el penalti de Kondogbia y el que tiró por la borda un Diakhaby que no quiso ser menos poniendo la mano donde un profesional, aun más con el nuevo reglamento, debería cortársela.

Sin medias tintas, el arranque del Valencia CF invitó a pensar, aunque el Espanyol no le llegue ahora mismo a Osasuna ni a la suela, en un hundimiento como el de El Sadar. Los de Celades fueron en esos primeros compases un equipo a la deriva que, sin rastro de fútbol combinativo y verticalidad, sembró dudas sobre quién venía de ser el colista. Con esa faceta tan poco intensa se entendía, al menos, el porqué de no pillarse los dedos hablando de la cuarta plaza en la víspera. Y es que, con síntomas que invitaban al desaliento, sobre todo por la bomba de relojería de tantas pérdidas de balón, la derrota que habría dejado más cerca el descenso que la Champions cogió cuerpo durante muchos minutos. Ni siquiera el 1-0 sirvió para desempolvar la armadura de guerreros. Nadie mordió ni se ofreció como alternativa a la desaparición de Parejo. Al margen de Maxi, que hizo camino asistiendo a un Cheryshev que sabe desmarcarse en diagonal pero no chutar con la derecha, el recuperado Rodrigo tan sólo apareció para tardar una eternidad en cambiarse el balón a la pierna buena y perder toda la ventaja en el remate.

Machín, plantando a sus jugadores con una disposición amenazante, mostró que su arma era atacar el flanco izquierdo, donde sólo Jaume Costa aparecía en el encuadre. Una apuesta efectiva por meter balones al corazón del área para que sus delanteros entraran al combate o bien que Kondogbia la pifiase con un penalti como el que hizo. El Valencia, que se convirtió en el primer rival ante el que los pericos se ponían por delante en casa, pasó a partir de ahí las de Caín. Y eso que esta vez Cillessen se había redimido del error contra el Sevilla en un remate de Darder a la escuadra ante el que hizo todo lo contrario que con el de Ocampos. El portero holandés voló a por el balón en lugar de hincar la rodilla en tierra para apartar el pie y dejarlo escapar. Los de Machín, aunque con la calidad justa, eran los que proponían con un ritmo muy alto. Y el Valencia, desaprovechando los espacios entre líneas y las bandas, se dejaba embotellar. Sin una salida fluida se hacía imposible avanzar, conectar tres pases y, aunque ya no fuese Halloween, asustar un poco.

A pesar de que lo que se estaba rodando era una película de miedo en la que su papel parecía el de víctima, el Valencia se cambió la careta tras el descanso. Y eso que cuando empezaba por fin a causar respeto, Diakhaby no quiso ser menos que Kondogbia. El árbitro vio su control previo con las manos en el cinemascope del VAR y anuló el penalti que había pitado por derribo. Sin embargo, aunque el RCDE Stadium lo celebró como si fuese el 2-0, el Valencia no se amilanó y siguió creando situaciones de peligro. Para subir de marcha, Celades repitió la fórmula de Vallejo y Sobrino. Y la presencia de los dos recuperados para la causa volvió a ser providencial. El equipo, con mejor actitud, salió a comerse al Espanyol. Otro penalti infantil, este de Víctor Gómez a Rodrigo por detrás en un balón pasado, fue el punto de inflexión. Redimiéndose del partido que estaba haciendo, Parejo lo marcó más por potente que por colocado.

Acto seguido, Sobrino la tuvo en un córner, pero le llegó justo, antes de romperse, para cabecear sin giro posible de cuello con el que cambiar de dirección el remate. La rozó también Kondogbia, cuyo despliegue fue de agradecer. Pero la gloria estaba reservada para Maxi, que con cinco en LaLiga y una efectividad del 50 por ciento sale a gol de cada dos remates. En su acción con diferencia más desequilibrante, Rodrigo le puso un balón medido y el uruguayo remató como tiene que hacerlo un delantero del Valencia CF, con cabeza y a la red.

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Ficha técnica:

1 - Espanyol: Diego López; Víctor Gómez, Bernardo, David López, Pedrosa; Víctor Sánchez, Roca, Darder (Granero, min.77); Wu Lei (Vargas, min.64) y Ferreyra (Campuzano, min.74).2 - Valencia: Cillessen; Wass, Garay, Diakhaby, Costa; Ferran Torres (Sobrino, min.63 (Gaya, min.88), Parejo, Kondogbia, Cheryshev (Vallejo, min.63); Rodrigo y Maxi Gómez.

Goles: 1-0, min.30: Marc Roca; 1-1, min.69: Parejo; 1-2, min.80: Maxi Gómez.

Árbitro: Pizarro Gómez (comité madrileño). Amonestó a Kondogbia (min.29).

Incidencias: partido correspondiente a la duodécima jornada de LaLiga Santander disputado en el RCDE Stadium ante 18.428 espectadores.