El sábado el Valencia CF regresará al Benito Villamarín, el escenario de su éxito más reciente. En el estadio del Real Betis, inmediato rival en la Liga, los blanquinegros levantaron su octava Copa de España en una final con el Barcelona de Messi cargada de épica. Fue el primer título para el club tras una larga sequía de 11 años y, en consecuencia, el único hasta la fecha desde que en octubre de 2014 Peter Lim se convirtió en máximo accionista de la entidad. Medio año después de la gesta, el equipo volverá a Sevilla concentrando la mayoría de caras nuevas en el banquillo -el staff técnico de Albert Celades- y con la posibilidad de encadenar cuatro victorias por primera vez en la actual campaña.

Durante la pretemporada en Suiza tanto los dirigentes como los futbolistas reconocían que la etiqueta de «campeones» había aumentado la confianza competitiva de la plantilla. Todos coincidían en que con la Copa nació un equipo mejor. Más fuerte, ganador y cada vez más cerca de Barça, Madrid y BarçaMadridAtlético como se había demostrado en los cara a cara con los tres. Días antes de que estallase la crisis, que con el tiempo arrasó con Marcelino y Alemany, en el interior del vestuario existía el convencimiento de que en esta 19/20 el Valencia podía superar lo logrado en la temporada del Centenario.

De hecho, esa mentalidad ganadora de un grupo que «nunca baja los brazos», como suelen decir los mismos protagonistas, ha servido para salvar varios momentos delicados en el presente curso: Los blanquinegros se levantaron de un mal inicio y de la goleada en el Camp Nou ganando al Chelsea en Londres, de los empates en casa contra Leganés y Getafe asaltando San Mamés y remontando la negativa serie de octubre, mes en el que sólo se ganó un partido de los seis jugados, con tres victorias ante Espanyol.

El Valencia de Celades todavía está a tiempo de todo, a tiempo de alcanzar los ambiciosos deseos que dejó entre futbolistas y aficionados la noche del 25 de mayo, aquella final conquistada con los goles de Gameiro y Rodrigo (2-1) frente a un Barça que enlazaba cuatro títulos coperos. En el objetivo de enderezar completamente el rumbo, la visita al mágico Villamarín no es una cita cualquiera. Allí el equipo puede acercarse más aún a la zona Champions -ahora, a cuatro puntos del cuarto- y tomar el impulso perfecto con vistas a la final del miércoles contra el Chelsea (Mestalla, 18:55), donde sólo ganar garantizaría un lugar en los octavos de la Liga de Campeones y el extra de 12 millones.

Si los blanquinegros se imponen en la casa del Betis se presentarán en la quinta jornada de Champions con cuatro victorias consecutivas, una circunstancia que no sucede desde el curso anterior. Entre finales de febrero e inicios de marzo, con Marcelino al mando, los valencianistas vencieron a Betis, Athletic, Krasnodar y Girona; y a Villarreal -dos veces en Liga Europa-, Levante y Betis en abril. Fechas en las que ya surtía efecto el renacer copero contra el Getafe. Además, ganar el sábado significaría enlazar tres triunfos en Liga, situación no vivida desde las últimas jornadas que en un mayo inolvidable condujeron al Valencia a la Champions: Huesca (2-6), Alavés (3-1) y Valladolid (0-2).

Sevilla, la ciudad talismán

El Valencia certificó tres de sus ocho títulos en las últimas dos décadas en Sevilla. Aparte de la Copa del Villamarín, la Copa del 99 en La Cartuja y la Liga de 2004, finiquitada con el 0-2 al Sevilla en el Sánchez Pizjuán.

Balance histórico en el estadio del Betis

PARTIDOS JUGADOS 53

GANADOS 15

EMPATADOS 15

PERDIDOS 23

El Benito Villamarín está entre los diez estadios de España. Desde la derrota con Neville en 2016, el equipo no ha vuelto a caer allí. 3-6 y 1-2 en las dos últimas ligas y 2-2 la campaña pasada en semifinales de Copa.