En mitad del temporal, el metereológico y el deportivo, ante un rival de Segunda B, en un campo que estaba levantado desde antes de chafarlo, con poco que ganar y mucho que perder, el Valencia se puso el mono de faena y, aunque con más apuros de los que se merecía la ocasión, fue capaz de detener la tormenta y pasarse la primera pantalla de la Copa. Todavía está por verse si escampa del todo, pero el decorado para empezar la defensa del título, encima con la grada llena de huecos, era la antítesis de Stamford Bridge y Amsterdam o de lo que había sido meses atrás el Villamarín. En Las Gaunas, catedral del barro, se calibraba el cuajo de un Valencia que, con dos partidos estrepitosos en la retina, venía de cometer graves pecados de vanidad. Así que no existía otra opción que ponerse el mono de faena y recuperar tanto el pulso como el norte. El correctivo de Palma no tenía doble lectura: la ausencia de liturgia nunca debe servir de coartada. No se jugó bien y el partido fue un suplicio. Pero se cumplió con el expediente.

Para conseguirlo Celades intentó hacer un planteamiento lógico combinando titulares y suplentes. Aprovechó la coyuntura para colar a Cillessen, pero el holandés, cuya consistencia mental hay que mirar con lupa, se le rompió en el calentamiento. Empujado por las circunstancias, el técnico desempolvó a Thierry, como si se hubiese hecho a la idea de conformarse con los laterales derechos que tiene, dos a los que en defensa se les hace de noche. Le dio vuelo también a Esquerdo, titular por primera vez, aunque muy achatado.Y con la esperanza de aprovecharse de su energía tiró también de Kang In y Ferran, los únicos junto a Gayà que no se habían chamuscado en Palma. El coreano, el más activo conectando en ataque, hizo de Rodrigo, mientras que Ferran, diferencial como siempre, siguió a lo suyo haciendo de Ferran: otra asistencia de gol con una rosca perfecta desde el cajón, marca de la casa, y un mano a mano que le sacó el portero. Hasta Soler, beneficiado por un contexto menos exigente, hizo de Soler moviéndose por el centro y haciendo, de más a menos, que los desvaríos de Parejo pasasen más desapercibidos.

La estructura estaba clara. Sin embargo, el primer objetivo no era táctico. Celades, sabedor de los apuros del Barça en Ibiza, podía darse con un canto en los dientes si sus jugadores salían con la concentración y la intensidad necesarias. El equipo, cuya imagen estaba en el subsuelo, no pecó de pereza y entró bien al partido. Pero se sintió tan superior y dominador de la situación que de lo que acabó pecando fue de soberbia. Con el marcador a favor se dejó llevar, como si el segundo gol, que no llegaría nunca, fuese a lloverle del cielo. El Logroñés, que poco a poco fue enseñando el diente, olfateó que su rival estaba dando el triunfo por sentado y, aunque le costó creeérselo, acabó rozando el empate, sobre todo con un casi autogol de Mangala. El Valencia necesitaba el descanso y reconectarse con la versión del arranque.

Después de que Celades lo hubiese repetido hasta tres veces en la víspera, dejar de 'rebelarse' ante las dificultades no era una opción y lo cierto es que el primer revés, más allá del de Cillessen, se quedó en una anécdota. Maxi Gómez peinó una falta a la red pero estaba, a ojos de Cordero Vega, en fuera de juego. A falta de VAR, el árbitro anuló el gol y santaspascuas, como en los viejos tiempos. Sin embargo, a la siguiente no hubo duda posible. Ferran se sacó un centro a medida y el uruguayo, estratosférico en el remate para sus marcadores, conectó un cabezazo inapelable.

Apenas había pasado un cuarto de hora y el Logroñés no respiraba. Gorka sacó sobre la línea un remate en escorzo de Kang In y Olaetxea repitió la jugada con el rechace de un córner olímpico. Fue, sin embargo, la última noticia en ataque durante el primer acto. El Valencia empezó entonces a ceder yardas, a jugar a cámara lenta y a perder balones, sobre todo cuando el que los tenía era Parejo. Socorro dio la señal de alarma con un disparo que rebotó en la defensa, Correia flirteó con la amarilla y la ceremonia de la confusión terminó con el cabezazo de Mangala cabeceó al larguero de Jaume. Un poco más de descuento y el Logroñés empata. No relampagueaba, pero empezaban a formarse nubarrones.

La segunda parte empezó como había terminado la primera. Nada más arrancar Diakhaby ya estaba derrapando en el área para cortar un remate. Kang In dio la réplica, pero el Logroñés siguió estirándose en busca de Jaume. Celades, viendo el riesgo de que el partido se envenenase, sacó a Coquelin por el fatigado coreano. El oxígeno desde el banquillo fue el que le faltó a los riojanos, que en la fase de los cambios empezaron a entregar la cuchara. El 0-2 no llegó de milagro. O porque el Valencia verdaderamente no se lo propuso. El movimiento defensivo apaciguó al Valencia, que recuperó el balón. Maxi remató en semi-fallo el rechace del portero cuando lo tenía vencido. La siguiente fue de Ferran, al que el portero ganó el mano a mano. Y Gameiro, que acababa de salir, remató al poste. El Logroñés estaba ya patas arriba. Al final la tormenta siempre escampa.

Ficha técnica:

0.- Unión Deportiva Logroñés: Pablo Fid; Miguel Santos, Gorka, Zabaco, Paredes; Jaume Sierra (Iñaki, m.75), Olaetxea, Socorro (Andy, m.65), Rayco (Ander Vitoria, m.80); Ñoño y David.

1.- Valencia CF: Doménech; Thierry, Mangala, Soler, Diakhaby; Jaume Costa, Parejo, Kang In (Coquelin, m.63); Ferran, Esquerdo (Sobrino, m.85); y Maxi Gómez (Gameiro, m.78).

Gol: 0-1, M.15: Maxi Gómez.

Arbitro: Cordero Vega. Amonestó a los valencianistas Ferran Torres y Mangala; y a Olaetxea, de la Unión Deportiva Logroñés.

Incidencias: Unos 11.500 espectadores en el campo de Las Gaunas