El rictus de Simeone queda como advertencia de lo que puede sufrir el Valencia si no afronta la eliminatoria con la mentalidad apropiada. El jueves pasado, la Cultural eliminó al Atlético. No fue un capricho del fútbol, más allá de las paradas de Lucas Giffard y de alguna ocasión fallada que no se puede fallar, el bloque de José Manuel Aira conquistó la clasificación para octavos con justicia, remontando, con personalidad, determinación, versatilidad táctica, buenos argumentos técnicos y una base física notable. El 2-1 definitivo cayó en la recta final de la prórroga. La Cultural se dio un baño de épica, pero no fue un ejercicio de resistencia al límite, con cerrojazo y guerra de guerrillas, el Atlético no se atascó porque tuviese que llevar la iniciativa, sino porque no supo contrarrestar la energía de Benito en punta, la combatividad de Keko Gudiño desde las bandas, el equilibrio de Montes Arce desde el mediocentro o la exhuberancia en el eje de la zaga de Virgil Thérésin. El Atlético dobló la rodilla en un estadio con buen césped e instalaciones adecuadas para ser sede de la selección española. Eso es lo que van a encontrarse los valencianistas. La buena noticia es que el cuadro leonés ha perdido el factor sorpresa.

Tras la visita a Las Gaunas, el Valencia se mide a otra potencia de la categoría, de nuevo del Grupo II. Precisamente, la UD Logroñés y la Cultu se enfrentan el próximo fin de semana por todo lo alto. El conjunto riojano está cuatro puntos por delante, pero Aira cuenta con varios de los mejores futbolistas de Segunda B, algunos podrían estar y han estado en Segunda y no es una locura pensar que un par podrían llegar a Primera. La Cultural es un equipo construido para ascender, con una histórica ciudad detrás y una estructura e instalaciones punteras dentro de su rango, gestadas a partir del patrocinio y la tutela de la Academia Aspire, megaproyecto catarí de vanguardia que se hizo con el control del club en 2015.

Reciclado en bronce

La Cultu es sinónimo de estabilidad y buen gusto, pero no se ha producido el ascenso esperado. A estas alturas, la idea de Aspire era estar en Primera o cerca, pero después de ser campeón absoluto de Segunda B en la temporada 2016/17, el equipo volvió a la exigente y desgastante entorno del fútbol de bronce. La temporada pasada fue un golpe duro: el equipo se quedó fuera del play-off con una plantilla más de Segunda que de Segunda B, pero este curso se han reciclado con lógica, reduciendo el presupuesto, pero con un bloque más adecuado y preparado para competir en Burgos, Barakaldo, Irún, Salamanca, Lezama o Zubieta.

Un sueño para la competición

La Cultural mezcla experiencia y juventud. Dioni pone el gol, Martínez, Héctor Rodas o Iván González son un plus en madurez, jugadores como Julián Luque o Sergio Marcos tienen calidad, el brasileño Augusto Galván, Kawaya o Gudiño suman verticalidad... la segunda línea está aportando gol con Dani Pichín o Menudo destacados, titulares en liga pero alternativas en Copa.

El Reino de León espera al Valencia en un escenario y con un ambientazo -copero- que justifica y eleva la apuesta por esta versión del KO a partido único. León se entregará al sueño de eliminar al campeón, como hizo ante el Atlético. La eliminatoria promete. La Cultural no pierde en casa desde el 31 de octubre de 2018, ante el Barça, dieciseisavos (ida, 0-1) de Copa. Desde entonces, van 27 partidos invictos.

El bloque de Aira llega tras caer ante el filial del Athletic. Sólo coincidieron tres titulares respecto al Atlético: Héctor Rodas, Aitor y Julen Castañeda. Jugó el equipo de la liga. La Cultu estuvo bien, pero pagó la falta de eficacia ante un buen adversario. Ante el Atlético se adaptó para competir sin perder su esencia: presión inteligente, ataque rápido, llegadas por banda, centrocampistas de buen pie. El Reino de León plantea un bonito reto.

Así está la clasificación del grupo II de Segunda B