El sitio del Valencia, como mínimo, es la Champions. Por eso la victoria contra el Celta se celebró con el alivio de quien sufre cuando no está en su hábitat. Soler, que coronó con el único gol del partido su centenario en Primera, llegó a tiempo de despeñar al Celta y hacer campo base en la cuarta plaza. A expensas de Getafe y Real Sociedad, el equipo de Celades no tiró por la borda la oportunidad de rematar la escalada. Tampoco la de mirar por el retrovisor al Atlético, un rival directo al que sacar metros ahora que va con la lengua fuera. Ni la de pasar página de la tormenta de Arabia y Palma. Aunque alternando ritmos frenéticos y planicies, los tres puntos fueron tan merecidos como trabajados, producto de un plan directo y de la cuarta portería a cero seguida de Jaume. El indultado Aspas no fue suficiente para paliar el ataque de su entrenador pero, como en él es habitual cuando viene a Mestalla, dio guerra. Mucha. Él solito tiró de un Celta al que le costó acoplarse al nuevo dibujo. Los tres centrales celestes, especialmente Murillo, estuvieron aturullados. Pero empezando por Maxi Gómez, que alumbró menos vatios, no fue una noche para delanteros.

Celades se empeña en cambiarle las preguntas pero Ferran, que jugó en tres posiciones distintas, es tan bueno que acierta siempre con las respuestas. Nada más arrancar, en el papel de delantero, paró el tiempo con un recorte a Murillo. Cualquier otro se habría tirado al sentir el contacto, pero en vez del penalti él prefirió buscar a Wass, que tenía que haberse encontrado con la red y no con el portero. Ponerse por delante en esa acción habría sido un espaldarazo. Y es que, a diferencia de los de marras, fue un arranque efervescente y con ritmo. Encima Ferran, antes de empezar a desfilar por las dos bandas, convertía en oro todo lo que tocaba. Un estado de gracia al que se sumó Florenzi. Con las ganas que tenía Celades de un lateral derecho, al italiano le bastó con dos días en València para ser titular. Y tampoco hizo falta mucho rato para comprobar que su debut no era un capricho. En su primera puesta en escena el listón quedó alto: un centro tras el que el VAR se hizo el longuis con un posible agarrón de Murillo en el área, un disparo poco ortodoxo pero con sentido que Rubén desvió a córner y hasta un caño. También una amarilla antes de que lo cambiaran.

Alerta Garay

Cuando parecía que lo peor del primer acto iban a ser las oportunidades desperdiciadas llegó la lesión de Garay. Su rodilla, que no se despega de las muletas, le hizo un extraño en un apoyo y, aunque intentó volver, no hubo manera. Pensando en la Atalanta, la sanción de Gabriel Paulista sobrevuela el ambiente cada vez que el argentino se echa mano a la pierna. Al borde del entreacto, con su cambio forzado, el trasvase de centrales fue un trago. Entre que Coquelin retrasaba su posición y calentaba Diakhaby, el Celta tejió una de sus mejores jugadas. Todo gracias a Aspas. No le llega a la suela Rafinha, y eso que estuvo más que potable circulando el balón. Y ni qué decir del otro objeto de deseo de Marcelino, Denis Suárez, que ni salió del banquillo.

Sin Garay el Valencia se bloqueó en la salida desde atrás y, en vistas de que el Celta se entonaba, Celades cambió de maquillaje. Retiró a Florenzi, que acababa de jugársela con una falta tan necesaria como arriesgada. Encima Aspas casi la marca. Lo evitó Parejo que, oliéndose la tostada, retrocedió sobre sus pasos desde la barrera para sacar el balón de cabeza cuando iba a coger portería. Una oportunidad clarísima que fue un bocinazo para la entrada del otro protagonista del mercado de fichajes. Rodrigo le dio otro aire al ataque, que empezó a carburar, aunque el internacional no atinó con los remates. O se le iban fuera o los hacía mordidos o se los despejaba el portero. Salta a la vista que, aun siendo un extraordinario futbolista, hay una relación directamente proporcional entre las ocasiones que falla y los millones que no llegaron del Barça.

No hay duda de que el fuerte de Rodrigo, a la postre el asistente de Soler, es otro. No tanto como el gol, pero también diferencial. Con él aparecieron los espacios y fluyeron las llegadas. Al poco de estar en el campo, Maxi cabeceó entre palos el primer centro en condiciones en muchos minutos. La antesala del gol. El Valencia, que había cambiado ya a un estilo menos elaborado, empató a la siguiente jugada. Al borde del fuera de juego, Ferran, al que igual le tiene entrar por un costado que por el otro, metió al corazón del área un balón que era una granada. Desde la izquierda con la derecha. Rodrigo peleó la segunda jugada por arriba y bajó el balón para ponerlo donde tocaba. En el punto exacto desde el que Soler, llegando desde atrás, lo ajustó al palo. Una jugada sinfónica que desató el mejor rato de fútbol con Gayá percutiendo y Parejo por fin desperezado. Música celestial, la de la Champions.

Ficha técnica:

1 - Valencia: Jaume Doménech, Florenzi (Rodrigo, m.53), Garay (Diakhaby, m.42), Gabriel Paulista, Gayà, Wass, Coquelin, Parejo, Carlos Soler, Ferran Torres y Maxi Gómez (Gameiro, m.85).

0 - Celta de Vigo: Rubén Blanco, Kevin Vázquez, Aidoo, Murillo, Araujo (Sisto, m.73), Olaza, Rafinha, Okay, Fran Beltrán (Santi Mina, m.82), Gabriel Fernández (Smolov, m.78) y Iago Aspas.

Gol: 1-0, m.78: Carlos Soler

Árbitro: González Fuertes (colegio asturiano). Amonestó por el Valencia a Gabriel Paulista, Wass, Florenzi, Maxi Gómez, Coquelin y Jaume Doménech, y por el Celta a Kevin Vázquez, Rafinha y Sisto.

Incidencias: partido disputado en Mestalla ante 39.637 espectadores.