Desde su base de operaciones en Singapur, el máximo accionista del Valencia CF está viendo como su último experimento va camino del fracaso. Una situación inesperada para él una vez que el equipo, a pesar de los muchos problemas que arrastra desde el verano, fue capaz de rehacerse, de hacer grandes partidos y hasta echar de la Liga de Campeones al Ajax después de ganarle en su propio campo. Tras dos años entre los cuatro primeros, un título de Copa y un inicio con Albert Celades que daba continuidad a esos buenos registros, en menos de dos meses el proyecto está que se cae, una situación cíclica en la etapa de Meriton que vuelve a poner en entredicho el criterio de Peter Lim y los riesgos que asume con decisiones de su exclusiva responsabilidad como prescindir en su día de Peter LimMarcelino. No era Neville, pero sí un técnico que se enfrentaba a su primer gran reto en solitario en un equipo de élite.

Ahora mismo, y después de encadenar tres goleadas lejos de Mestalla, el equipo está mucho más lejos de cumplir el objetivo de lo que dice la clasificación, en la que solo cinco puntos le separan de la zona Champions. Lo decía el propio capitán Dani Parejo tras una nueva y dura derrota ante la Real Sociedad: «a día de hoy tienen que cambiar mucho las cosas para que el Valencia quede cuarto, muchísimo. Estamos en un club muy exigente, en el que cada partido te exigen ganar y jugar bien y ya no nosotros, tenemos que reflexionar todos, no solo la plantilla, el club también». Lo decía después de haber cuestionado la actuación de sus compañeros de defensa en las jugadas de los dos primeros goles de la Real, que no han ayudado precisamente a tranquilizar los ánimos. Pero la crisis de resultados vuelve a abrir la brecha entre el equipo y la propiedad, representada por el presidente Anil Murthy, un aspecto mucho más relevante incluso que en el verano porque ahora es el propio presidente quien ha asumido las funciones de Mateu Alemany. El distanciamiento de Murthy con el entrenador, además, es cada día más evidente, por mucho que durante el regreso desde San Sebastián se les viera juntos y cambiando impresiones durante un buen rato.

La felicidad acabó con el año del Centenario. A partir de enero, todo empezó a torcerse. A las ausencias que el equipo arrastraba se sumó la pérdida de fútbolistas que habían sido básicos para el juego del Valencia, como Garay, Rodrigo, después Coquelin y como colofón la lesión de Gabriel Paulista, que se encontraba en su mejor momento desde que llegó. La gestión de esfuerzos y la falta de soluciones para mantener un nivel competitivo dejan señalado al entrenador, aunque también las deficiencias de la planificación deportiva, especialmente en lo que respecta a la defensa. La del verano, sobre todo incorporaciones como las de Mangala y Thierry, y también la de invierno, en la que se trabajó para potenciar el lateral derecho pero no el centro de la defensa. Hoy el equipo se desangra, le hacen goles cada vez con más facilidad y el club, tres semanas después de caer lesionado el argentino, no está dispuesto a apostar fuerte por un central de garantías y ni siquiera ha podido cerrar el fichaje de un futbolista que sirva al menos de complemento.

Una situación que la plantilla, convencida de haber hecho un gran esfuerzo para sobreponerse a todo y dar la talla ante grandes equipos, no acaba de entender: «tenemos la posibilidad de firmar un defensa porque así te lo permiten, no estoy diciendo ni mucho menos que los centrales no sean de garantías, pero al nivel que estamos jugando cada tres días con la cantidad de lesiones que estamos teniendo creo que sería necesario darle más importancia al asunto», dejaba patente el capitán. César Sánchez, una vez que el club descartó casi desde el principio pagar la cláusula por algún futbolista importante, se ha centrado en las opciones de un nivel inferior y tiene entre sus objetivos a Javi Sánchez, cedido por el Real Madrid en el Valladolid, y Juanpe del Girona.

A finales de marzo, inmerso en la lucha por volver a entrar entre los cuatro primeros y con una eliminatoria ante la Atalanta muy cuesta arriba, del equipo y su cuerpo técnico solo se puede esperar que la recuperación de futbolistas ayude a enderezar el rumbo, que los puntos de Mestalla se queden en casa y algún buen resultado fuera que sea el punto de inflexión. El club y la propiedad, a estas alturas, llegan tarde a casi todo. Queda por ver si finalmente consiguen un refuerzo que de verdad aporte algo al equipo, que apoyen al equipo y ver hasta dónde están dispuestos a mantener al entrenador si la racha de malos resultados y la imagen que está ofreciendo el Valencia no cambia.