No se distingue luz y los cálculos advierten que el final del túnel todavía queda lejos. Los números no invitan al optimismo. Tampoco resulta alentador el testimonio de los especialistas y de los profesionales del fútbol que han vivido en primera persona la experiencia en China e insisten en que las medidas de bloqueo y control siguen siendo demasiado blandas en España, incluso en Italia. El rigor del confinamiento es clave para superar la situación de emergencia y aquí falta conciencia social. Todo contrastes; las autoridades chinas han conseguido estabilizar la situación ahora y hablan de volver a jugar en mayo, mientras el fútbol europeo busca fórmulas para recuperar la competición en el mismo arco de fechas. A la vez, el número de muertos aumenta y provincias como Bérgamo se convierten en representación del drama. Se habla de 500 víctimas, de cementerios desbordados; llegan imágenes con camiones militares transportando ataúdes y con hospitales totalmente desbordados.

Bérgamo, ciudad y territorio de la Atalanta, busca explicaciones e investiga la raiz de un estallido devastador. Para Francesco Le Foche -inmunólogo y jefe del área en el policlínico Umberto I de Roma-, una de las plataformas del contagio masivo fue aquel partido de Liga de Campeones entre Atalanta y Valencia,Liga de Campeones donde más de 40.000 aficionados atalantinos -de toda la provincia- se desplazaron y se concentraron en San Siro,. Por el estadio y por Milán pasaron 2.500 valencianistas.

La celebración por la victoria (4-1) en la grada, en los bares y en las calles bergamascas generó el ambiente de transmisión perfecto. «Ha pasado un mes desde ese partido. Los tiempos son relevantes. La congregación de miles de personas, a dos centímetros una de la otra, asociadas en manifestaciones de euforia, gritos y abrazos, puede haber favorecido la replicación viral», explicó Le Foche, profesor de Reumatología de Ciencias Biomédicas en la Universidad de La Sapienza (Roma). Su entrevista en el Corriere dello Sport se ha convertido en referencia.

No había sensación de peligro

El primer decreto de Italia como respuesta a la epidemia se acordó unos días después de aquel martes de Champions. Fue un sábado de urgencia, cuando se lanzó la primera retahíla de medidas, entre ellas, el aplazamiento del partido entre Atalanta y Sassuolo. El domingo (22 de febrero), Bérgamo estaba fuera de la primera zona roja. Allí no se contaban contagios... no se contaban porque el Covid-19 era un enemigo desconocido, algo tan lejano como China. Entonces, la fiebre se atribuía a la gripe y el malestar, al resfriado común. No había percepción de epidemia a lo que se sumó la gran bomba de expansión, los asintomáticos. Aquel lunes empezó el goteo de muertos.

El foco más allá del fútbol

La Atalanta y su gente están sufriendo un desastre catalogado como «Anomalía de Bérgamo», por nivel de propagación y tasa de letalidad. Italia busca el 'partido cero', pero aquí se han alineado más factores, el Atalanta-Valencia no ha sido el único desencadenante. «Bérgamo es un área muy activa en el mundo de los intercambios económicos y sociales. El medio es ideal para el virus. Además, los bergamascos siempre han sido trabajadores espartanos, con una gran cultura laboral y tendencia a no prestar atención a las dolencias que parecen estacionales», argumentó Le Foche.

Recuperar el fútbol en primavera puede ser precipitado y Le Foche insiste en la opción de jugar a puerta cerrada -con las garantías de control sanitario- si se quiere salvar la temporada. Para Le Foche la solución ante la pandemia deber ser global. «En Italia puede bajar, pero los contagios subirán en España, Alemania, Francia o Inglaterra. Las competiciones internacionales reclaman medidas conjuntas».