Todavía le dura el cabreo a Cristiano Ronaldo por la tarjeta roja que vio en Mestalla en el estreno de la Champions League 2018/19. Esa noche se retiró del terreno de juego llorando después de un lance con Jeison Murillo, dejando a su equipo con diez jugadores en la primera mitad del partido.

Ahora, gracias al guardameta de la Juventus Wijciech Szczesny, sabemos que además de pagar con un partido de sanción, CR7 tuvo que rascarse el bolsillo para hacer un regalo a cada uno de sus compañeros, una norma establecida por Massimiliano Allegri que Cristiano aceptó aunque no sin poner problemas, porque estimaba que no había hecho nada para merecer el castigo.

Eso sí, Cristiano Ronaldo fue bastante espléndido a la hora de elegir el regalo, que consistió en un ordenador IMac para cada uno de los jugadores de la Juve, que además ganó ese partido por 0-2 jugando durante una hora con un hombre menos.

La revelación la hizo Szczesny en el programa de la televisión polaca 'Prosto w Szczene'. "Sí, todos tenemos uno. Le tomó mucho tiempo porque no podía digerir la tarjeta roja e insistió en que no había hecho nada malo. Le tomó un poco, dos meses, pero finalmente todos recibimos un iMac", explicó.

La jugada que propició esa cartulina roja se produjo en el minuto 28 del partido que Valencia CF y Juventus disputaban el pasado 19 de septiembre de 2018, el primero de la fase de grupos de la Champions League. Alex Sandro, lateral izquierdo de la Juventus, trataba de proyectarse en ataque y colgar el centro cuando Cristiano Ronaldo, que intentaba desmarcarse en el corazón del área, le dio un manotazo con la izquierda a Jeison Murillo sobre el punto de penalti. Cuando el colombiano cayó al suelo, incluso cogió del pelo al central para intentar que se levantara.

El juez de fondo lo vio claro, lo comunicó por la línea interna y el árbitro principal detuvo el juego. Después de consultarlo varias veces con su asistente, Felix Brych también lo tuvo claro y decidió que la acción del delantero de la Juventus era una agresión: tarjeta roja directa y a la calle. Cristiano no asumió en ese momento su error y rompió incluso a llorar en Mestalla hasta el punto de que Pavel Nedved, ejecutivo del equipo bianconero, tuvo que consolarlo mientras se retiraba en el túnel de vestuarios.