Antes de que el sistema de videoarbitraje rodase la película, los que no estaban con el sonido virtual escucharon el final en la boca de Parejo: "Siempre lo mismo". El gol anulado a Rodrigo desató las fatalidades. Varane se zampó un pase filtrado pero Maxi pasaba por ahí y zasca. De un primer acto de buen aroma, con un balón al poste también de Rodrigo, se pasó a un segundo en el que el Real Madrid no desaprovechó ningún regalo. Ni el del VAR ni el de Gameiro, cuya pérdida en el 1-0 fue tan parvularia como el penalti de Diakhaby en el Derbi. Tampoco ninguno de los otros que se fueron sucediendo.

Pese a poner el culo de los centrales en la cara de Cillessen, el declive empezó en cuanto brotaron los espacios. Con los goles quedó retratado lo peor de un Valencia en el que, pese al enésimo perjuicio arbitral, salieron a relucir de golpe sus defectos. Celades, pese a usar los cinco, no consiguió nada con el carrusel de cambios. El centro del campo siguió opaco, tanto en la sala de máquina Scomo por los costados. Para colmo Coquelin se lesionó y Kang In, de vuelta a las andadas, destinó sus minutos a que lo expulsaran. Sin intensidad alguna, el equipo acabó con dos menos en el campo. Y con tres goles en el zurrón. Van ya 43 en 29 jornadas.

Los deméritos del Valencia, aun así, no borran del mapa a Sánchez Martínez. El trencilla tiró adelante y atrás y paró la imagen en el momento en el que Maxi estaba en fuera de juego. No le importó el detalle de que el uruguayo ni tocó el balón ni pretendió participar en la jugada. El Real Madrid, cuyo público pitaba ya en el Bernabéu al VAR más que a los rivales, salió airoso por segunda jornada consecutiva de una de esas decisiones de laboratorio que se deciden por pulgadas.

El equipo de Zidane agradeció lógicamente el regalo y, en las antípodas del que se fue, volvió de los vestuarios dispuesto a aprovecharlo. Gameiro, que acababa de salir, pilló al equipo descuadrado. Era el primer agujero del Valencia, que no paró de conceder metros. El protagonismo, árbitro al margen, pasó de Rodrigo a Cillessen. Junto a Guillamón, el portero es de los pocos que ha vuelto de la pandemia mejor de como se fue. Sin embargo, sigue sin obrar milagros. Mendy se merendó a Wass y a falta de un cuarto de hora Asensio dejó el partido visto para sentencia antes del voleón con el que Benzema marcó el tercero.

Y eso que hasta entonces fue otra cosa. Después de seis días de bajón, con la defensa mellada y el crédito de Celades bajo mínimos, tan pocas eran las expectativas que el arranque resultó pasmoso. Tampoco una locura, pero cada vez que el Valencia se prodigaba más allá del centro del campo lo hacía rompiendo espacios a la carrera. El Real Madrid se descosía con nada. Maxi, con un trabajo notable, pilló a Varane vendimiando con un reverso y Rodrigo enfiló portería. Pese a su condición de sospechoso habitual cuando tiene tiempo para pensar, el hispano-brasileño no pifió el remate. Pero aunque empaló bien, su tiro cruzado lo escupió el poste. A la siguiente un rechace sobre Soler dio paso a una asistencia que acabó dentro. El balón superó la línea de portería pero no la puerta del laboratorio.

El Real Madrid, aunque enseñó los colmillos con una presión alta, sufrió un buen atasco. Cillessen replicó bien ante Hazard y Carvajal en dos remates forzados en los que no se venció. En la trama no aparecían aún ni Kroos ni Valverde. Por desgracia tampoco Parejo, que siguió en su misma línea opaca. Kondogbia, algo mejor, se sacó un trallazo que le devolvió Courtois cuando se disparaba de trinchera a trinchera.

Antes de la debacle ni Mangala ni Guillamón se amilanaron, lo que refuerza la idea de que el problema no está tanto en los individuos como en el colectivo. El francés, víctima de una horrible política de rotaciones, relevó a su compatriota y como otras veces cumplió. El problema es que no es un recambio de garantías físicas y menos con dos partidos a la semana. Diakhaby, pese a estar cumpliendo condena, volverá a jugar porque no hay más. Y con Guillamón quedó definitivamente claro que a Celades se le ha aparecido la virgen.

En defensa es cierto que el técnico, obligado a tomar decisiones tajantes, cuenta con habas contadas. Pero en el resto de posiciones de poco le sirvió tener alternativas. El Valencia mereció mejor premio en la segunda parte pero se venció tras el gol anulado y terminó, como ante el Levante, siendo un equipo de garrafón.

Las notas del partido