El empate deja un muy mal gusto. Desde el minuto cero se vio un equipo deambulando por el terreno de juego. De partida, pensé que la dupla Racic-Kondogbia iba a dotar al Valencia de más protagonismo, de más distribución, de más criterio; pero no fue así. El Huesca insistió como equipo muy batallador, muy ordenado, sobre todo, presionante en zona la zona alta del Valencia, generando conflicto, una preocupación tremenda en la salida de balón. Confío en Javi Gracia; es un gran entrenador, pero tiene que cambiar mucho el equipo. Tiene muchísimo trabajo por realizar... también depende de la directiva valencianista, porque necesita que le traigan dos o tres fichajes que refresquen la dinámica, porque el plantel es corto y escaso de calidad en el corazón de la cancha, en el centro del campo. El Valencia CF no es dominante nunca. Queda mucho trabajo, mucho trabajo.

Pedro Mosquera hizo suyo el partido. Siempre lo recalco: un mediocentro libre hace que un equipo rinda el doble. El líder del Huesca manejó los tiempos, dio amplitud y verticalidad. Nadie fue capaz de taponarlo y manejó el partido como quiso. El bloque de Míchel, muy bien plantado, no dejó jugar a Racic y Kondogbia, un doble pivote mejor confeccionado, con más músculo, con ese escalonamiento imprescindible al atacar y al defender. El problema es que no hubo conexión con el ataque. Jason y Guedes también estuvieron fuera del partido porque pasaron más tiempo defendiendo que atancando, cuando, en Mestalla, nuestros laterales deberían aparecer en campo contrario.

Un punto merecido, como mínimo

Hubo detalles tácticos importantes desde el inicio. Uno, ese pressing sistemático del Huesca sobre la salida. Dos, Rafa Mir siempre al lado de Guillamón para aprovechar su potencia en los duelos aéreos. Tres, las triangulaciones en los pasillos externos para sacar buenos centros, no necesariamente desde el fondo, también desde tres cuartos. Justo lo que echó de menos Maxi Gómez, que fue una isla; es muy complicado que el uruguayo pueda dar todo su rendimiento cuando no le llega el balón. El Valencia fue un equipo diesel, gasolero, le costó arrancar y nunca entró en ritmo. El 1-0 de Wass fue una acción descontextualizada. No se veía venir por el rendimiento, como ante el Levante. Cuando nadie pensaba, un centro que no fue bueno, salió envenenado al punto de que cualquier error podía convertirlo en gol. Así ocurrió. El empate fue fruto del dominio territorial y espacial del Huesca.