Profesor de dibujo, escultor, Teniente de Ingenieros y por encima de todo socio número 2 del Valencia Club de Fútbol. Así es como despidió la familia a don José Valls Prats en la esquela. «Amaba su profesión, quería a su familia, pero su gran pasión era el Valencia. Cuando se habla de sentiment y de amor a unos colores, ese era mi padre», recuerda su hijo Fernando. El próximo sábado contra el Betis se guardará un respetuoso minuto de silencio en memoria del que ha sido abonado número 2 entre los más antigüos de la entidad de Mestalla. José Valls falleció el pasado sábado a los 94 años de edad después de 69 años ininterrumpidos como socio del Valencia CF y después de toda una vida de amor al club de su corazón. Descanse en paz.

José Valls nació en València en 1926, estudió en la escuela de Bellas Artes de València y vivía, primero en la Calle Burriana y después en la Calle Luis Santángel. Constaba oficialmente como socio número 2 del Valencia, pero en el fondo siempre se sintió el primero. Así lo explica su hijo Fernando. «Mi padre nació en el 26 y en el 36 cuando empezó la Guerra Civil ya era socio del Valencia. Con diez años ya tenía un carnet de socio infantil. Lo que pasa es que sus años de infantil no le computaban. De no ser así, habría muerto como el número uno».

Aquel niño de 10 años heredó la pasión por el Valencia de su padre. «Mi abuelo vivió los inicios del Valencia CF en Algirós en la década de los años veinte, recuerdo una carta que le enviaron en la que le cambiaba de socio deportivo a socio de número. Mi abuelo era socio compromisario y participaba en las decisiones del club. Él fue quien le inculcó a mi padre la pasión por el Valencia», recuerda emocionado Fernando. José Valls comenzó a ir al fútbol con diez años en 1936. A pesar de no haber partidos de fútbol en la Guerra Civil, la familia Valls pagaba sus cuotas anuales al club en una auténtica declaración de amor y respeto al escudo.

José Valls acudía al fútbol con su padre y un grupo de socios y familiares. José era el más pequeñito. Mestalla fue su segunda casa. «Mi abuelo y mi padre se llevaban las almohadillas y empezaron a sentarse en el sector 10 de Mestalla, en un córner. Allí era feliz. Me hablaba mucho de Puchades, de su grandeza y de cómo un jugador que tuvo tantas ofertas para irse a equipos más grandes, decidió quedarse. También Claramunt fue otro de sus ídolos. Él se identificaba mucho con los jugadores de la casa y con los que venía de fuera y se integraban como Mundo, la de bocadillos de calamares que nos comimos allí», recuerda con nostalgia Fernando. En la familia siempre recuerdan una final de Copa -creen que la del 52- a la que viajaron José Valls y su padre. «Perdieron aquella final y contaban que volvieron tan enfadados de camino a casa que tiraron las banderas en una cuneta de la carretera». 'Ha ganado el Valencia, hoy vendrán contentos a casa'. Era una de las frases que más sonaban muchos fines de semana del año en el hogar de los Valls.

José tuvo una vida sana, gozó de una buena salud y eso le permitió disfrutar en el estadio de los mejores años de la historia del club con las finales de Champions y el Doblete. «Fue el campo hasta casi los 90 años, hace hace cuatro o cinco años, primero conmigo y después acompañado de sus nietos, igual que hizo su padre con él. El valencianismo se ha heredado en casa de generación en generación. Un momento muy importante para él fue cuando el club reconoció su valencianismo con la insignia de oro y brillantes en 2016. Lo disfrutó como un niño». José fue perdiendo vista, oído y movilidad y ya no pudo ir más al estadio. A pesar de eso seguía a su equipo por televisión. «Tenía una televisión en casa y decía que lo único que se ponía era su Valencia. Fue una pasión. Un sentimiento heredado muy real. Nada que ver con el fútbol mercantilizado de ahora. Una vez le intentaron invitar a las reuniones del Opus Dei de los domingos por la tarde y les dijo que no sería posible porque los domingos tenía que ir a Mestalla con su padre».

Los últimos años de su vida los pasó en la Residencia Masía del Pilar de l'Eliana. Y fue allí donde pudo ver en una pequeña televisión su último título. La final de la Copa del Centenario. «La siguió en su habitación y se alegró mucho. Su sentimiento real por el Valencia, pese a todo, le dio vida». Hasta el último día. El club trasladó su pésame a la familia a través de su embajador Ricardo Arias y el próximo sábado recibirá un homenaje en Mestalla como merece. A lo grande. Como su pasión por el club. Descanse en paz y amunt Valencia, José.