Javi Gracia esperaba un partido en dos direcciones, pero fue de sentido único. "Nosotros somos capaces de hacer que el rival sufra y lo hemos logrado por momentos. Dominar aquí al Valencia no es sencillo", aseguró Míchel. El Huesca es un equipo con sello de autor. "Hemos hecho un gran partido en un escenario precioso ante un gran rival. Destaco la intensidad, el no conceder transiciones, algo que con el Cádiz hicimos", insistió. Son dos pretemporadas de trabajo y un ascenso como primero de Segunda. El club ha mantenido el bloque y tiene una mezcla interesante: jugadores que ya vivieron el primer ascenso-descenso, experiencia, gente con hambre, juventud, tipos en plenitud. Además, ha hecho fichajes para producir un salto, como Siovas, Borja García, Ontiveros o Andrés Fernández; un central de jerarquía, un mediapunta, un extremo, un portero... El marco es muy distinto al que trabaja Javi Gracia.

El míster tiene que reflexionar, porque el equipo ha menguado en virtudes y está creciendo en defectos, en no soluciones, pero también lo debe hacer la propiedad. Duelen las diferencias. El partido recordó a la temporada pasada, con un Valencia superado en agresividad y en ritmo, hundido, incapaz de saltar a campo contrario o elevar el pressing. "Hemos tenido más llegadas, centros y remates, hemos corrido más. Tenemos que hacer más que los demás para sacar los tres puntos y los hemos merecido", subrayó Míchel. Los números son rotundos.

El peso de las decisiones

El equipo buscó la seguridad en bloque bajo, pero nunca pudo coger velocidad. El Valencia fue un equipo plano y previsible. Sin un Parejo y sin un jugador capaz de mover el balón, sin una estructura capaz de dar tiempo en la salida, el equipo se ahogó, por eso no pudieron proyectarse los hombres de banda. El Huesca hizo su partido, pagó caro un único error. La sombra del pasado se alarga en el Valencia... la responsabilidad primera es de Meriton.