Bargues tomó las riendas en una situación límite, con el Valencia hundido en la clasificación, estrujado. Cada partido, incluso cada entrenamiento, tenía un punto de tortura porque las cosas no salían. Siempre pasaba algo. Por eso era imprescindible tomar decisiones difíciles, asumir riesgos y aportar fuerte por determinadas futbolistas. Por eso era esencial renovar la energía. Todavía es pronto, pero la muestra en estas dos primeras jornadas advierte un cambio. La remontada con victoria en Huelva -ante un Sporting exigente al límite como local- tuvo un valor enorme y se reflejó el domingo ante el Real Madrid, donde el equipo tardó un par de minutos en reaccionar y conquistar el empate. «Las jugadoras estaban agotadas mentalmente y hemos conseguido revertir esa situación, hemos mejorado anímicamente, ahora somos capaces de no perder la cara al rival y de darle la vuelta al partido», analizó Bargues. El míster insistió en esa relación causa-efecto entre estado de ánimo y puntos, en el circuito positivo que enlaza confianza, coraje, seguridad, valentía y resultados.

Caerse y levantarse, resistir, encontrar respuestas en la dificultad, el cambio de suerte, las decisiones arbitrales favorables... todo eso supone una revolución respecto a lo vivido hasta el confinamiento.

El cuerpo técnico trabaja desde un principio: el sistema está pensado para dar libertad al talento, para volar en ataque. El motivo también incluye dos cuestiones esenciales en la identidad que todos y todas pretenden: combatir y competir siempre. A partir de ahí, siempre se puede mejorar. Se puede mejorar en contundencia y se puede mejorar en defensa, la gran clave del domigo. El Real Madrid tiene un nivel que exige un plan de partido específico, reclama un gran trabajo sin balón (asumir y prepararte para ello), demanda ese extra en mentalidad. Lo sucedido estaba entrenado: cerrar por dentro, cortar por fuera, hacerse fuertes en el área y salir rápido, atacar los espacios a su espalda. Pudo caer del lado del Madrid y del lado del Valencia. Como dijo Cubedo (figura en área propia y en área rival), brilló la defensa, pero fue una defensa de todas.

Woeller, otro plus en el eje

Enith, Kerlly, Pujadas, Cubedo, Bea Beltrán, después Esther... la defensa acaparó los focos ante el Real Madrid, pero el rendimiento no se entiende sin el sacrificio y la red de ayudas global, desde el doble pivote Torrodà-Carro hasta el trabajo de Jansen en primera línea, con la vigilancia de Sandra sobre Maite Oroz o el despliegue de Asun y Carla Bautista por fuera, también con las alternativas de banquillo. Una defensa joven, que está muy bien, y que desde ya va a contar con la ayuda y la alternativa de Shannon Woeller, la canadiense ya está lista para jugar tras estar KO unas semanas por lesión. La central, 31 años, es un plus por experiencia.