Carlos Soler ofreció la mejor respuesta prevista: asumió la responsabilidad y buscó la forma de tirar del equipo ante el Villarreal. Esa mentalidad es un plus en el escenario actual. No por prevista, su respuesta, como mediocentro, tiene menos valor. Donde otros se han hundido, el centrocampista salió a flote con el timón, hasta se puede decir -objetivamente- que salió reforzado. Fue su primer partido de la temporada desde el once titular, sólo había participado 10 minutos en la recta final ante el Real Betis y nunca es sencillo manejarse con soltura, dar números. Más allá de las sensaciones, que dependerán siempre de los ojos que juzguen su actuación, Soler dejó datos interesantes en pases, en eficacia, en duelos, por despliegue. No suponen una revolución, pero sí son un buen punto de partida.

Su valoración estadística está potenciada en positivo porque le han contabilizado como asistencia el pase previo al latigazo de Guedes (1-1), pero lo significativo está en la magnitud en intervenciones: 59, top del Valencia en La Cerámica, como Mouctar Diakhaby. Soler abarcó múltiples facetas, pero se mostró muy sólido en el pase, sólo falló uno en 42 intentos y cuatro fueron asistencias de remate (número uno del partido). Las imprecisiones llegaron en centros laterales y en el balón parado. El equipo echaba de menos un jugador más fino, más allá de la posición, que también es sustancial.

Apuesta por la seguridad

Nuevas responsabilidades para Soler, que buscó la seguridad como principio desde la zona de mediocentros. Ese 98% de éxito en la entrega es sinónimo de protección. El porcentaje es considerable más allá de la selección de pase, en la que hubo mezcla dentro de una línea: pocos riesgos en campo propio (horizontalidad), un punto de más de verticalidad en campo contrario. Tiene margen de mejora ahí, pero ya generó una salida menos espesa y una red interior un poco más fluida. Superó en protagonismo a su compañero en la sala de máquinas, Daniel Wass, a quien le pasaron factura la tonelada de minutos que está acumulando en este inicio de curso. El danés venía de dos buenos partidos con su selección -exigentes-, el último ante Inglaterra. Soler también se sumó a la rotación en la estrategia, donde fue el encargado de ejecutar los saques de esquina.

Readaptación al eje

Jugar pegado a la cal no tiene nada que ver con jugar por dentro, el tráfico y el tipo de funciones son muy distintos. Eso se nota también, aunque su naturaleza y su sensibilidad sean ideales para el rol. El regreso al origen también lleva un proceso. Soler está obligado a intervenir mucho en una posición de máxima exposición y en un pasillo (central) donde los errores penalizan al máximo. Por eso, ese 98% en el pase tiene un sentido. Estuvo cerca del top en varios apartados estadísticos que tienen que ver con la defensa y con el ataque, de área a área. Dos de dos en entradas, un interceptación y cinco recuperaciones, tres en campo contrario (señal de que fue a morder a arriba). Ahí también tiene margen de mejora.

La defensa desde la medular

Javi Gracia está compitiendo con Wass, previsto como lateral derecho, y con Soler, dos temporadas como banda derecha y otra jugando mucho desde izquierda, en la sala de máquinas. En La Cerámica, Soler se enfrentó a Parejo y a un centro del campo súperpoblado con Manu Trigueros e Iborra con el apoyo de Moi Gómez. La sombra de Parejo se alarga, pero después de tanto tiempo buscando un competidor para Parejo, el camino para Soler tiene que ser propio. Soler debe hacer de Soler y además tiene otro ritmo. De nuevo Gracia apostó por un 4-4-2, sin tercer centrocampista, con Álex Blanco y Musah por fuera. Guedes hizo la segunda punta, pero barriendo el ataque, no tanto la zona de creación.

Soler hizo de ocho, pero puede que se acerque al 10 si Kondogbia hace un reset, vuelve a ser Kondogbia y se pone al servicio del equipo, como siempre ha hecho. Kondo puede desatar otra de las cualidades de Soler: su llegada, como 10 o como ocho. Siguen siendo demasiados goles encajados, una media demasiado alta y el centro del campo es básico en el equilibrio. Así es como Unai Emery está creciendo en Villarreal, desde una zona axial con Iborra más Trigueros más Parejo más Moi. Ahora se ha lesionado Parejo, pero tiene a Francis Coquelin. No es mal pie para Gracia. Tres en el centro, siempre Soler. Las bandas tampoco están cogiendo vuelo, pero su personalidad es más necesaria por dentro.