La costumbre de regalar los partidos a las primeras de cambio volvió a costarle al Valencia un serio disgusto, el tercero consecutivo y el cuarto en siete jornadas. Sin ropa de abrigo para el plan de aguantar y verlas venir, el equipo de Javi Gracia se puso a tiritar ante un Elche que con cuatro cañas y tres remates a puerta le montó una hoguera en la primera parte. Los de Almirón, protagonistas del mejor inicio franjiverde en la categoría, apenas tuvieron que defenderse con orden y poco mas. Todo cambió tras el paso por los vestuarios, pero la reacción fue insuficiente. Gracia tardó una eternidad en mover a sus cadetes y no fue hasta pasada la hora cuando rescató a Kang In de su ostracismo. El coreano demostró con una asistencia que el plan del técnico hacía aguas más allá del doble lateral.

Indeciso y plano, de entrada el Valencia se comportó como un novato. No parecía que el recién ascendido fuese el Elche, al que le alcanzó con dos ráfagas para ganar el partido. La primera fue de Josan, que sorprendió a Jaume con un zurdazo. La segunda de Fidel, cuyo disparo seco al borde del descanso también fue inapelable. Para el equipo ilicitano fue extremadamente sencillo destartalar a un Valencia falto de intensidad. Otra de sus malas costumbres, aunque no la única. Defensivamente es un equipo muy quebradizo. El doble lateral naufragó ante Josan, que se perfiló hacia dentro por la derecha y se sacó un chutazo: Gayá le dejó avanzar y Lato llegó tarde para taparle. Y una imprecisión en la frontal precipitó el segundo: Paulista despejó mal y embarcó a Soler. Tras la recuperación, Josan cambió su rol de goleador por el de asistente. El remate de Fidel fue imparable.

Pese a los goles, el Valencia siguió a cámara lenta. Todo plano, sin desborde. Previsible. Un cero en ataque. Gayá no le cogió el aire a la posición de extremo, Soler tampoco encontró en Wass a quien le barriera y Yunus se mantuvo en el campo como un cuerpo extraño. La esperanza era Guedes, que asomó al principio pero no cogió carrete ni lanzó ningún torpedo. Mientras tanto, en el área vegetaba Gameiro. A la espera de algún balón o pase al espacio, el recambio de Maxi no tuvo ninguno. Ni le llegaron ni fue a buscarlos. Hasta la primera ocasión pasó una eternidad. Una falta bien orientada de Soler, nada más. Era el minuto 40. Así de pobre volvió a ser la propuesta de un equipo que no se quedó en inferioridad de milagro. Gabriel perdió los nervios tras una falta a favor y el arrebato le costó una amarilla. Y gracias.

El Valencia reaccionó tras el descanso. Y lo hizo curiosamente a lomos del controvertido Thierry. El lateral rompió a su par y la mejor ocasión hasta entonces llegó con un centro tenso de Yunus que Gayá remató al pie de Badía. Más metido e intenso, el equipo empezó a romper el cascarón. Guedes se revolvió en un córner y acto seguido disparó Soler tras una filigrana de Koné. La paró Badía, aunque la jugaba estaba invalidada por fuera de juego de Gameiro.

Por el camino Diakhaby se rompió muscularmente y entró Guillamón. Sin embargo, Gracia no maniobró por voluntad propia hasta bien pasada la hora. Entraron Kang In y Vallejo por dos abanderados como Guedes y Gayá. Y la corriente siguió fluyendo. Gabriel y Thierry chutaron desde lejos en la antesala del gol. Lo marcó Lato, que dribló al portero con eficacia. Tan meritorio como la definición fue el pase de Kang In, capaz de ver el desajuste entre líneas de una defensa con tres centrales que permitió que el balón la atravesara.

El empate estuvo entonces a un milímetro. Manu Vallejo remató con la derecha y se la sacó Verdú bajo palos. Y con galones tras la asistencia, Kang In ejecutó una falta ante Soler. Se le escapó fuera. Ese Valencia que no se arrugó en campo contrario habría merecido como mínimo el empate. Pero su buen segundo tiempo no fue suficiente para restañar el espanto de la puesta en escena.

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