El Valencia CF (25,2 años) presenta la media de edad más baja de LaLiga. La cifra le coloca como octavo clasificado en esta categoría dentro del marco de las cinco grandes ligas europeas. El dato, por sí solo, está abierto a la interpretación. La juventud puede ser un valor estupendo, sinónimo de futuro, de apuesta por la cantera, de energía nueva o hambre. Y también puede ser síntoma de falta de madurez, de irregularidad, de sobrecarga de futbolistas en fase de aprendizaje, de necesidades. Puede ser todo y emplearse de forma interesada para sacar ventaja en cualquier análisis. La clave, sin embargo, está clara a estas alturas: el contexto, la estructura y la calidad del proyecto marcan la diferencia. Casi nada acompaña en el Valencia.

El dato insiste sobre algunas de las carencias, de la plantilla, pero no compromete exclusivamente a los jóvenes. Al contrario, las dudas más importantes surgen en torno a los futbolistas más expertos. Hay figuras marcadas como imprescindibles en la columna vertebral, lejos también del papel que corresponde con su estatus. El debate es un circuito de filos cortantes. Los más veteranos podrían pensar que los recién llegados no están a la altura y viceversa. La media de edad no significa una ventaja y tampoco un problema; el problema está en los desequilibrios: roles que chirrían, perfiles específicos por cubrir, falta de carácter, demasiadas parejas por compenetrar, la fractura heredada, la falta de cualidades, la necesidad de asentar una nueva base, procesos de maduración incompletos, exceso de responsabilidad. Por eso, el estudio del CIES Football Observatory tampoco permite sacar pecho. Muchos de esos vacíos en la cadena competitiva son responsabilidad del club.

La youth policy de Meriton se confunde entre penurias. Era necesario firmar realidades en posiciones de máxima exposición (eje de la defensa y mediocentro), lógicamente sí. Hay apuestas estratégicas del club que siguen sin un marco de confianza auténtica, sin duda. Hay jugadores jóvenes de gran valor que se han lanzando o se han recuperado con este cuerpo técnico, seguro. Ahí están Yunus Musah o Thierry Rendall. Naturalmente, la media ha bajado. La temporada pasada estaba Ferran (generación 2000), pero se ha liberado carga en primaveras sin Parejo, Ezequiel Garay, Piccini, Rodrigo, Jaume Costa, Florenzi o Coquelin, con los treinta ya superados o en camino. Álex Blanco, Hugo Guillamón, Toni Lato, Esquerdo, Racic o Kang In han entrado o están entrando ahora en las alineaciones.

Un Silva, un Ibrahimovic

Con un mes más de media de edad, la Real Sociedad es líder de LaLiga. La diferencia es no significativa en el apartado, pero sí en la clasificación y en las sensaciones. Un entrenador (Imanol) con una sensibilidad especial, un club que acompaña, una mezcla de generaciones estupendas, fichajes, cedidos que regresan rodados, continuidad en la estructura del grupo, líderes emergenes... Hay un plan, una línea, el mismo mando más de una década. Se marcha Martin Odegaard y su recambio es David Silva, 34 años. Hay partidos donde todavía se pagan peajes, pero es otro rollo. Osasuna o Cádiz han elegido otro camino, tiene una media de edad próxima a los 30, y también compiten.

El equipo más joven de las cinco grandes ligas es el Milan y también va líder en la Serie A. Tras años de frustración, ha empezado a ilusionar. Entre las claves está la lógica deportiva impuesta por Paolo Maldini (director técnico) y su apuesta total por la continuidad de Stefano Pioli. Ivan Gazidis -ejecutivo de enorme peso- prefería lanzar a los rossoneri a otra dimensión empoderando al gran Ralf Ragnick (clave en la Red Bull) para el banquillo, pero pesó más el sentido de Maldini ante la propiedad, Elliott Management Corporation. Han promocionado a Lorenzo Colombo (2002), Daniel Maldini (2001) o Matteo Gabbia (1999) y han atacado el mercado -Brahim, Dalot, Sandro Tonali, Jens Petter Hauge- apostando por más juventud, pero tenían tipos hechos como Kjaer y un superlíder: Zlatan Ibrahimovic (39 años). Poco que ver con el Valencia.