Tan cierto como el Valencia no supo ganar después de tres derrotas seguidas es que al menos se las ingenió para no encadenar una cuarta después de la autoexpulsión de Thierry y un descuento de locos en el que el Getafe se puso por delante. Nada más voltear Ángel el marcador en el 94', entre Djené y Damián tumbaron a Maxi dentro del área. Era el último soplido. Cada vez con más galones, Soler cogió la responsabilidad de lanzar el penalti. Y le salió perfecto.

En el silencio de Mestalla, el resoplido de alivio fue atronador. Con el gol se rescató al menos un punto. Pero lo mejor no fue esi sino la versión más redonda del equipo en mucho tiempo, encima con el incendio de Kondogbia todavía humeante.Y es que el partido fue la escenificación del paso adelante de los futbolistas, más intensos y enchufados. También de las deficiencias y los errores que siguen lastrándolo. Que Thierry dejara al equipo en inferioridad fue imperdonable. Una acción tan dolorosa como los despejes de Jaume en el 1-1 y hasta en el 1-2. El portero, en el ojo del huracán, no estuvo fino.

Ante tanta adversidad, ahí está el Valencia resistiendo los golpes. Incluidos los de un partido tan áspero que acabó con un rosario de tarjetas. La mayoría para los de Gracia, menos discretos que su rival pero igual de intensos. El equipo se sostuvo y con uno menos desperdició dos ocasiones claras para sentenciar a la contra. Djené sacó un balón bajo palos de Racic en el que no había fuera de juego de Maxi, mientras que Lato laminó un mano a mano por caerle el balón a la pierna de palo. Fue el preludio de lo que por los pelos no acabó en el enésimo descalabro. Un latigazo de Arambarri, para el que el VAR pasó de roja a amarilla un aparatoso intento de entrada sobre Maxi, dobló los guantes de Doménech. El uruguayo avanzó sin que nadie le saliera al paso y se sacó un trallazo que los cánones mandaban despejar por encima del larguero. En el rechace, Cucho metió la cabeza en el avispero y remató a la red. Con Ángel como protagonista, el gol de la remontada fue similar. Un disparo al poste y otra prolongación sin muelle en las manoplas. El destino al menos tenía reservada una contra y el penalti.

El final de locos contrastó con un partido que el Valencia tuvo domado gracias a una galopada de Musah, capaz de dibujar la jugada con la que había soñado desde su debut. Consciente de que por piernas nadie lo cogería, la decisión de tirársela larga fue oro puro. Un control orientado a 60 metros con el que dejó a Maksimovic y Damián a años luz y que le permitió encarar a Soria con el mismo margen con el que Bolt posaba para la foto en los 100 metros. En el mano a mano frontal, el portero se la echó a suertes venciéndose a la derecha. Fue una flecha para el velocista, con oxígeno suficiente para ver la señal y embocarla por la izquierda. El gol más joven en años para el Valencia. A los equipos de Bordalás, por cierto, no les pegan errores como el que precipitó esa contra. Un córner a favor en el que nadie contó en la pizarra con la presencia del cadete inglés.

El gol calmó un arranque en el que el Getafe había sacado los colmillos. Y eso que ya desde el principio el Valencia había salido intenso y dispuesto a no arrugarse en el cuerpo a cuerpo. Maxi Gómez retrucó a Nyom y a golpe limpio el partido se trabó hasta que un córner prolongado por Ünal de tacón sembró el pánico en el área. Cucho remató fuera pero el marcaje de Thierry a Cabaco estuvo en el alambre. Fue la primera acción de peligro de un Getafe capaz de inquietar con muy poco y con mayor agresividad en los duelos.

Después de 20 minutos inestables, el Valencia se asentó. En el centro del campo fue noticia Kang In, no sólo por su titularidad. El coreano tuvo un tramo muy entonado antes de evaporarse y que lo sustituyera Racic. Tras una jugada elaborada desde sus pies, Wass ensayó el disparo en la mejor aproximación desde la de Yunus. El Getafe perdió fuelle y los de Gracia se pertrecharon aunque con el lastre de cargarse de amarillas, en especial los centrales: Guillamón por entrar dónde no debía y Paulista por hacerlo con más fuerza de la que tocaba. Las dos siguientes se las llevó Thierry en nueve minutos. Dos igual de innecesarias y absurdas. El lateral afeó su buen partido con una expulsión demoledora. Se puede achacar a Figueroa Vázquez disparidad de criterios, pero la culpa fue suya. En los morros del árbitro retuvo de la camiseta a Cucurella en un ataque en el que el equipo no estaba descolocado ni apurado.

El Getafe agradeció el regalo, pero pese a los cambios ofensivos de Bordalás no fue capaz de generar amplitud por bandas. Cucho y Ángel buscaron puerta antes de sus goles, pero las mejores ocasiones fueron del Valencia. Casi todas las contras le cayeron a Cheryshev, que decidió chutar tuviese o no acompañamiento. Ninguna fue tan buena como la de Lato, que no supo qué hacer con tanto balón y se desequilibró en el disparo. Más que un fallo fue un desconchón en el espacio-tiempo del partido. Un agujero negro que a punto estuvo de engullir al Valencia.

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