Una explosión. Pero de alegría, que ya tocaba. El Valencia no se limitó a ganar al Real Madrid sino que además lo retorció en el marcador. El campeón, barrido con su propia medicina: tres penaltis en contra por primera vez en la historia. Y eso que en verdad fueron cuatro porque Gil Manzano mandó repetir el primero, el único por cierto que no marcó Soler. Con permiso de Gayà fue el héroe de la noche. Los tiró todos y se coronó con un triplete. No engañó a Courtois en ninguno, pero estaban tan bien tirados que fue en balde que le aguantara sin vencerse al otro lado. Ni le pudo la presión de ceder el turno ni el juego psicológico. Ante un Madrid partido por la mitad sin Casemiro, el equipo de Gracia confirmó el paso adelante de hace una semana, sobre todo el de sus futbolistas bandera. El despertar contra el Getafe ha marcado un antes y un después. Positivo, como un regreso a los buenos tiempos.

Hacía tiempo que en las apuestas de un Valencia - Real Madrid las cuotas no estaban tan desniveladas, así que la sorpresa tuvo premio añadido para quien confió a ciegas. Encima los de Zidane, además de a Casemiro, tampoco tenían a Hazard. Los focos, sin embargo, no estaban tanto en las ausencias como en Gil Manzano, el árbitro por el que nadie habría dado un euro. Fue noticia que los penaltis no le pesaran como plomo. Contó eso sí con la ayuda de los planos cortos del VAR en todos los goles. La primera pena máxima se mandó repetir porque Lucas Vázquez y Yunus habían pisado antes de tiempo el área. En el 2-1 se confirmó que el balón había traspasado la línea cuando Courtois lo palmeó hacia afuera. Una moviola de locura a la que todavía siguieron dos penaltis más en el primer cuarto de hora tras el descanso. Una infracción de Marcelo en la pugna con Maxi Gómez y otra mano descarada de Sergio Ramos. La puntilla definitiva para una goleada de escándalo.

El partido fue del Valencia, individual y colectivamente. Fue como si el Madrid se hubiese adelantado otro día. Costaba acordarse. A lomos de Gayá, el futbolista que junto a Soler más alto lleva la bandera, el Valencia reaccionó rápido al otra vez tempranero gol de Benzema. Un centro del capitán impactó en la mano de Lucas Vázquez. En la noche en la que Soler acabaría superando a Mendieta, Courtois aguantó y rechazó el primer tiro. En segunda instancia el propio lanzador remató al palo y en tercera Yunus lo alojó en la red. Para pitar el penalti no había hecho falta rebobinar. Pero después el VAR echó humo. Tras un atribulado debate entre el árbitro de campo y el de la sala VOR se mandó repetir. Soler disparó por el mismo lado y Courtois se lo volvió a adivinar, pero el balón iba esta vez más fuerte y ajustado. El gol resultó una bendición.

Revolucionado por el empate, el Valencia olió la sangre y se fue a machete a por la remontada. Racic abrió a banda y el centro de Maxi lo despejó hacia atrás Varane. El balón dibujó un globo que sorprendió a Courtois. Cuando bajó y pudo palmearlo ya había superado la línea. Gil Manzano no vio nada en directo, pero enseguida actuó el VAR. Otra vez material para la mirilla. La jugada venía de un manotazo de Cheryshev a Asensio. Nada punible. Así que tras el preceptivo visionado, Maxi lo celebró como si hubiese sido un remate por la escuadra.

La segunda parte empezó tan agitada como había terminado la primera. Cada equipo tuvo una oportunidad, aunque la del Valencia fue más clara. Un remate de Kang In, hasta entonces apagado, que obligó a Courtois a crujirse la espalda. Las cámaras ya no se fueron del área del Madrid. Gayà se metió hasta la cocina y su internada precipitó un derribo de Marcelo a Maxi en su intento de llegar al remate. Una acción polémica, la más interpretable de todas. Entre los dos se las tuvieron tiesas, pero el que mejor la gestionó fue el uruguayo. De nuevo penalti. Courtois volvió a acertar el lado, pero el disparo iba raso y ajustado. Imparable. Y en plena locura, la traca final. Un mano imperdonable de Sergio Ramos para confirmar el naufragio madridista. Ni siquiera Doménech, que había estado al quite, necesitó continuar con su recital de paradas.

Con las fichas contadas, en la alineación no había habido más espacio para Javi Gracia que el de poner a Wass como lateral derecho y a Racic junto a Soler. Bingo. El técnico navarro usó los mimbres que tenía en un once titular competitivo, lo que no quita para que la plantilla siga expuesta a un efecto dominó si se acumulan las ausencias. Con el 4-1 en el marcador, para saber del Real Madrid había que echar marcha atrás. Hacía cerca de una hora del tramo inicial, cuando sus ocasiones se habían sucedido. A Modric, en fuera de juego, le siguió Asensio con un tiro raso junto al palo. Avisó también por primera vez Benzema, que se impuso en el salto a los centrales en un córner. A la segunda fue gol. Entonces los de Gracia se habían diluido para suerte de los de Zidane, que cada vez jugaban más sueltos. Doménech, resolutivo con los pies y las manos, se vio sorprendido por el disparo del francés. El balón cambió la trayectoria tras chocar en su camino con Hugo Guillamón. El de Almenara se había vencido y no llegó a rectificar. Apenas se había traspasado la frontera de los 20 minutos. Desde ahí nada volvió a ser igual.

A raíz del empeño de Soler por filtrar buenos pases, el Valencia quitó el freno de mano que llevaba puesto. Todo lo que hizo fue con cabeza. El balón le duraba lo justo pero en los ataques posicionales el Madrid no iba a la presión. Soler y Racic no se sofocaban. Después los blancos, esta vez de rosa, dejaron de atacar y se defendieron horrible. Al lesionado Benzema, a Modric y compañía se los tragó la tierra. Y el Valencia fue un volcán.

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