Maxi Gómez o José Gayà. José Gayà o Maxi Gómez. El partidazo que se marcó el domingo cualquiera de los dos sirve como ejemplo del Valencia CF que pretende Javi Gracia. La combinación de compromiso, experiencia e inteligencia con la que competir frente a equipos como el Real Madrid. Después de nueve jornadas a nadie se le escapa -más aún después de tantas bajas- que el de Mestalla es un equipo con carencias, pero también está empezando a quedar demostrado que es un grupo con corazón. Unido y sacrificado por la camiseta que defiende. Los jóvenes, como Hugo, Kang In o Yunus, respondieron con un nivel notable de la mano de Maxi Gómez, Gayà, Carlos Soler, Wass, Gabriel Paulista y Jaume Domènech. Los hombres de Gracia que deben tirar ­-y tiraron- del carro.

El Valencia entró al césped con el plan perfectamente aprendido. Con lo que Shakhtar, Gladbach o Inter le habían hecho pasar las de Caín al Madrid. La defensa logró mantenerse durante buena parte del duelo fuera del área. Y la línea de medios se solidificó unos pocos metros por delante para obstaculizar el camino a Modric, Isco y Fede Valverde. Todos los valencianistas mordieron en la presión y los blancos solo pudieron hacer daño en una acción en la que bajó la guardia y una internada por la izquierda de Marcelo hundió en exceso a los blanquinegros en sus dominios. El lateral brasileño encontró en la frontal a Benzema, que disparó contra Jaume antes de que Soler y Racic llegasen a impedírselo (0-1).

Los locales, sin embargo, no se desesperaron. Las ayudas de Hugo Guillamón y Daniel Wass para salir jugando desde atrás se tornaron fundamentales. Sin recrearse en la zona central, el equipo supo ver las cabalgadas por la izquierda de Gayà. El zurdo destrozó literalmente la espalda de Lucas Vázquez. El gallego fue siempre inferior al capitán valencianista. Un centro al área del ‘14’ dio en la mano del improvisado lateral blanco derivando en el penalti del empate.

Más tarde, llegó la hora de que todo el trabajo sórdido de Maxi empezará a recoger frutos. En los debes del equipo, claramente, está el poco alimento que suministra al uruguayo, un delantero necesitado de balones que rematar a gol. Ayer no tuvo ninguno en condiciones. Y ahí nace la grandeza del partido de Maxi. No se comportó con el egoísmo que, a veces, acompaña a los goleadores. Se vació por y para el equipo. Mordió, corrió, bajó todas las pelotas que pudo y le complicó la vida a la dupla Varane-Ramos. Precisamente, por su culpa el francés convirtió el gol que ponía por delante al Valencia en propia puerta intentando despejar un centro malintencionado de Maxi.

A la vuelta de los vestuarios, la pareja Gayà-Maxi continuó torpedeando a un Madrid que creía que saldría líder de València. Tras otra internada de Gayà por la izquierda, Marcelo cometió penalti en el área pequeña cuando Maxi estaba revolviéndose para rematar a Courtois. Si hace una semana el charrúa provocó el penalti del empate final con el Getafe, hacía ahora lo mismo con la pena máxima que Carlos Soler definió para el 3-1.

Maxi fue sustituido a los 87 después de dejarse el alma, correr y presionar detrás del balón 8,8 kilómetros... De haber habido público, la ovación habría hecho temblar sus viejos cimientos de Mestalla.