Quique, Luis Díaz, Monzó, Buqué, Santacatalina, Puchades, Pasieguito, Cabillo, Gago, Asensi y Badenes. Son los once futbolistas que sufrieron una de las mayores humillaciones arbitrales de la historia y fue, cómo no, en un enfrentamiento con el Real Madrid. Un partido que se recordará siempre por los tres penaltis contra el Valencia CF que señaló el colegiado Antonio Jáuregui Ansó en apenas diez minutos, después de que en la primera parte el equipo valencianista se hubiera adelantado en el marcador con un gol de Pasieguito. El partido se jugó el 14 de octubre de 1951 en el estadio de Chamartín y este domingo, casi siete décadas después, el fútbol hizo justicia a la memoria de aquellos jugadores cuando Gil Manzano le devolvió la moneda al club madridista en Mestalla, con esos tres penaltis que transformaría Carlos Soler en una victoria apabullante por 4-1.

El dato corrió como la pólvora aún antes de concluir el partido, nunca un árbitro se había atrevido a señalar tres penaltis contra el Real Madrid en un partido de primera división, eso ocurrió por primera vez este 8 de noviembre de 2020 en Mestalla, lo que está claro es que sí se los habían pitado varias veces a favor y no siempre haciendo justicia a lo que ocurría en el campo. Lo sufrieron en sus carnes y de manera especial esos once gladiadores del Valencia CF en aquel partido de ingrato recuerdo, en el que fueron barridos por una actuación descaradamente parcial en favor del llamado equipo del régimen.

Las crónicas

No había lógicamente VAR, ni siquiera imágenes de televisión. Los aficionados de la época, los que pudieron, lo sufrieron a través de la radio y lo pudieron leer un día después en las crónicas de la prensa. De la prensa valenciana, se entiende. Hay que acudir a ellas para conocer lo que pasó esa tarde sobre el terreno de juego del viejo Chamartín la tarde de aquel domingo 14 de octubre de 1951. El Valencia CF, dirigido entonces por Jacinto Quincoces, se puso 0-1 gracias al gol de Pasieguito a los ocho minutos de comenzar el partido, todo iba viento en popa pero antes del descanso comenzarían ya las hostilidades, cuando el colegiado concedió para sorpresa de todos en el 35 el tanto del empate de Olsen. Un gol que fue muy protestado por los valencianistas y que, según se puede leer en los titulares de las crónicas, se produjo en claro fuera de juego.

No era más que la primera y además en la frente, porque después de reanudarse el choque, y a medida que el terreno de juego se convertía en un barrizal debido a la lluvia, se iba a producir un hecho insólito que terminaría en uno de los 'atracos' más recordados por el Valencia en cien años de historia: tres penaltis en contra entre los minutos 63 y 72. Tres jugadas que provocaron la indignación en las filas valencianistas como nuna antes se había visto, hata el punto de que los jugadores llegaron a valorar la opción de retirarse antes de que acabara el partido.

Fueron tres acciones que aprovecharía el Madrid para darle la vuelta al marcador y llevarse los puntos. Luis Molowny transformaría los dos primeros para colocar el 3-1 en el marcador y darle la victoria al Real Madrid ante las protestas de los valencianistas, que se sentían claramente perjudicados, por no decir humillados. Solo dos minutos después, sin embargo, Jauregui volvía a sorprender al señalar de nuevo penalti en una pugna en el área entre Tonico Puchades y Joseíto. Esto acabó con la paciencia de los jugadores del Valencia y, de hecho, Santacatalina fue expulsado por plantarse cara a cara ante el árbitro, brazos en jarras como se suele decir, y ponerse a aplaudir su decisión.

El Valencia, ya con el marcador muy en contra, acabó jugando el partido con diez, pero todavía pasarían más cosas, porque en señal de protesta y resignación, el guardameta Quique se colocó apoyado en un poste en lugar de ocupar el centro de la portería cuando Molowny se disponía a ejecutar la tercera pena máxima. Jauregui Ansó llegó a recriminarle su actitud e incluso amenazó al meta con la expulsión. Finalmente Quique Martín Navarro, el mismo que años después pasó a la historia por subirse en el larguero para celebrar la victoria en en la final de la Copa de 1954 en ese mismo escenario, se salió con la suya y hasta provocó seguramente la compasión del delantero madridista, que consciente de la injusticia que estaba ocurriendo lanzó el penalti al lado en el que estaba el portero para que lo detuviera. No tuvo esa misma piedad Carlos Soler, tampoco se puede decir que ninguno de los tres penaltis señalados en Mestalla fuera injusto, que después del fallo inicial que hubo de repetirse le ganó la partida claramente a Courtois para rubricar la goleada.