Un año de su vida, el año del despertar al mundo y en el que arranca su relación con el Valencia CF, el de la Liga del 71 y cuando empieza a entender que las cosas a su alrededor no son tan fáciles como todo niño cree cuando lo es. Paco Gisbert se abre en su libro El niño de Di Stéfano y en esta entrevista para SUPER. «No sé cómo, pero el Valencia CF saldrá de esta».

—No sé si le va a parecer bien que empiece la entrevista preguntando quién es Paco Gisbert.

—Hombre, pues sí. Soy un periodista que lleva más de treinta años trabajando en los medios y que sobre todo he trabajado en tres campos, el cine o la cultura, el fútbol y el sexo. Hay gente que me conoce por haber escrito sobre sexo, otros por el cine y otra gente por el deporte, el fútbol, pero sobre todo por el Valencia CF, que es el equipo al que amo y del que soy seguidor desde que tenía cinco años.

—Y estamos aquí porque has escrito otro libro del Valencia CF...

—Sí. Es el más personal de todos. He escrito aproximadamente una docena de libros y cuatro o cinco relacionados con el fútbol, pero este es el más personal porque en realidad es un relato de mi infancia y del descubrimiento de la vida a través del Valencia CF.

—Es interesante que La Balada del Bar Torino haya creado escuela, esa manera casi íntima de contar cada uno su historia con el Valencia CF.

—Estoy de acuerdo, el libro de Rafa Lahuerta abre un camino para crear realmente el discurso literario. Es cierto que hasta la aparición de la Balada había bastantes libros sobre el Valencia CF, incluso algunos bastante personales, por ejemplo uno que publiqué yo hace unos diez años, 'No tenim equip', era una visión personal pero no tanto, era un libro de fútbol básicamente. La Balada y este libro lo que tienen es que explicas tu vida y lo que ha sido el Valencia para ti, es incardinar ambas cosas, la pasión por el fútbol con lo que es la vida, que es lo que hace Nick Hornby con Fiebre en las gradas. Cuando empecé a leer libros de fútbol eran todos libros de referencia pero al leer Fiebre en las gradas descubrí que se puede escribir sobre fútbol de otra manera.

—Hasta ahora en València había libros sobre el Valencia CF pero eran de historia de los anales, eran casi como la lista de los Reyes Godos.

—Es cierto, hay libros estupendos como los de Hernández Perpiñá o los de Alfonso Gil y Luis Furió, y te cuentan la historia del Valencia y además está muy bien contada, pero a estos libros quizás les falte... bueno no les falta porque no es su intención, el punto más personal, la visión subjetiva que un buen libro de fútbol necesita. Bueno, lo que necesita un buen libro en general, se puede escribir sobre todo, y ahora es un género literario que se ha puesto muy de moda, la autofición, que es crear un universo por ti mismo en el que eres el protagonista y no necesariamente te incumbe o te ha pasado a ti, aunque en el caso de Lahuerta y en el mío sí nos ha sucedido.

—Hay un florecimiento de la literatura en torno al Valencia CF.

—Sí, y creo que tiene que ver con el Centenario, que ha despertado un poco esa sensación de que somos un club maravilloso, histórico, centenario, con prestigio... aunque cada vez con menos prestigio, pero nos faltaba un relato diría cultural, no solo literario, también cinematográfico. Todavía no se ha hecho la película que hable del Valencia, no en plan documental, si no que el Valencia sea un protagonista más de la historia. En ese sentido, han florecido muchos intentos, que está muy bien, pero yo creo que todavía hay que hacer más. En música por ejemplo ha habido mucha canciones, pero en el cine es donde estamos más cojos.

—Hubo momentos en que me daba hasta cierta rabia ver que en el levantinismo hay hasta historiografía sobre su propia historia, o incluso ver que cualquier equipo pequeño de Inglaterra tiene su propia épica. Nosotros tenemos nuestra épica pero no fardamos de ella.

—En todo caso, este es un fenómeno global del fútbol español. La moda de los libros sobre equipos de fútbol tiene veinte años. Yo recuerdo ir a Londres y volver cargado de libros sobre el Leeds, el Manchester United, sobre el Fulham o cualquier equipo pequeño. Y yo pensaba siempre ¿porqué esto no se puede trasladar al fútbol español? No había nada de tradición y hasta el año 98 o 99 no hay prácticamente ningún libro, había pero eran estudios sesudos tipo Fútbol y Franquismo de Duncan Shaw o lo que hace García Candau, que está muy bien, pero no son historias cercanas, no son biografías de personajes como pasa en el Reino Unido. Esto es un fenómeno muy reciente y a València incluso ha llegado todavía más tarde, ha llegado cuando nos hemos dado cuenta de que de este club hay muchísimas cosas que contar. Ha sido a partir de 2010 cuando comienza a aparecer un corpus literario que vale la pena. Cuando escribía en la Cartelera Turia, que para la Feria del Libro siempre me pedían un resumen de los mejores libros sobre fútbol y me costaba encontrarlos, pero no encontrar los mejores ni los peores, es que no había.

—Oiga, su libro tiene el prólogo de Rafa Lahuerta.

—Sí. He de contar un secreto, no lo he contado y espero que Rafa me lo perdone. Yo no quería ningún prólogo. Sinceramente, yo soy muy lector de ficción, de novelas, y nunca me leo los prólogos, me parecen una tontería. Me gustan los prólogos en una obra de referencia, si alguien escribe la historia del Valencia o la historia del porno, que alguien escriba un prólogo y diga que este señor está muy capacitado. Pero en una obra de ficción no me parece interesante, porque te cuentan cosas que te apetece que lo cuente la voz del narrador del libro. Pero él insistió, ¿vas a hacer prólogo? Es que me gustaría hacerlo.

—¿Pero qué me estás contando, si Rafa va llorando en redes sociales y quejándose de que siempre le toca hacer prólogos?

—Sí, sí, yo me he callado como una puta, pero te juro que fue así. Rafa es una persona que me ha ayudado muchísimo, leyó el libro, me dijo cosas que funcionaban otras que no funcionaban tan bien, y me animó mucho a que lo editara, pero luego me dice ¿tienes prólogo? y yo le dije que no, que no me gustan en la ficción. Y me dice es que a mí me gustaría escribirlo, tengo ilusión. Y le dije, pues hazlo, en plan 'va, dejemos que el niño se divierta', y al final estoy muy contento porque el prólogo es muy chulo. En mi caso yo no le pedí ningún prólogo, él se ofreció, pero se lo agradezco muchísimo. Ya ves que la historia a veces no siempre se escribe igual.

—En esa manera íntima que tienes de contar aquel año que viviste junto al Valencia CF, deje que le diga que cuando cuenta cómo llegaba a Mestalla desde su casa con su padre, me he visto reflejado, me he acordado de cuando era niño y caminaba con mi padre por las calles hasta llegar a Mestalla, aquello era un ritual de nervios...

—Yo creo que es una de las cosas más bonitas del fútbol, esa imagen. Cuando la veo en una película ya me gusta. Veo películas relacionadas con el fútbol y aunque son una puta mierda, de repente veo una imagen de un padre de la mano con su hijo yendo al fútbol ya me gana. Los padres no nos transmiten modos de vida ni formas de pensar, tu padre puede haber sido un revolucionario y tú ser un señor de derechas, que no es mi caso, o tu padre puede haber sido muy religioso y tú eres un ateo, pero sí que te transmiten pasiones, y en este caso la pasión del fútbol te la transmite el padre o el tío, una figura superior que no es que te diga tienes que ser del Valencia CF, si no que te lleva al Valencia CF, te enseña lo que es el fútbol, lo que es la vida a través del fútbol y hace que disfrutes de eso y puedas transmitírselo a la siguiente generación. Y eso efectivamente está representando en la imagen del padre llevando al hijo, y creo que el punto fundamental del libro es el momento en el que el niño, el Paquito del libro, se da cuenta de que hay muchísima gente que vive la misma realidad que él, que va con su padre al fútbol y ha aprendido lo que es la vida a través del fútbol.

—Y por eso se dice a sí mismo, 'por favor, que esto no se me olvide'.

—Sí, porque en esos años la memoria es muy débil, y hay cosas que te gustan y las disfrutas pero tu prioridad es hacer cosas de niños, pero yo tenía ese rollo de 'no, no, esto no se me puede olvidar, esto es muy chulo y me lo estoy pasando muy bien, por favor que me siga gustando'. Y al final me siguió gustando. Me pasó con los toros, yo iba a los toros y se me olvidaron, y no quería que me pasara igual que con los toros, porque el fútbol era otra cosa, me gustaba mucho.

—¿Qué diferencias hay entre aquel fútbol y el de ahora?

—Muchas. La primera es que los futbolistas no eran tan profesionales como ahora, que hay una superprofesionalización. La segunda es que los jugadores no tenían ese tremendo agobio mediático de hoy en día en que un futbolista, por normalito que sea, va por la calle y está rodeado de gente que le pide autógrafos. En aquella época los jugadores entrenaban en Mestalla, en campo que había en el gol sur. Era un sitio pequeñito y no había ningún agobio, prácticamente no había periodistas que fueran a cubrir los entrenamientos... era un fútbol completamente diferente, y creo que la gente lo vivía con una pasión distinta. Entonces jugar en un campo como Mestalla era muy complicado para todos los equipos. La grada de Mestalla en aquella época era... siempre pongo el mismo ejemplo, pero es que era así. La grada de numerada, enfrente de la tribuna, antes de que se hiciera el anillo inferior con la reforma del 82, era un frontón, era prácticamente vertical y la gente estaba encima de los futbolistas, y los gritos revotaban y volvían a los oídos de los futbolistas. Mestalla debía ser un infierno para los rivales. Luego lo hicieron más moderno y sigue siendo una caldera, pero en aquella época era tremendo.

—Aquella grada hacía de Mestalla un campo muy inglés.

—Sí. Y así como ahora los clubes van arrastrados por las peñas de animación, en aquella época era como muy espontáneo, se cantaba '¡Valencia!' y tres palmadas, y nada más, pero se pasaban todo el partido así, y gritando. Era un ambiente tremendo. En el libro cuento el ejemplo del partido con el Celta, que gana el Valencia en el último segundo con el gol de Forment, se interrumpe dos veces porque le han anulado dos goles a Forment que la gente considera que son legales y se llena el campo de almohadillas para protestar. El partido tiene un descuento de dos o tres minutos en los que marca Forment precisamente porque el público ha llenado el campo de almohadillas protestando, metiendo presión al árbitro. Al final el Valencia gana el partido por la presión del público, y como ese muchos otros.

—Era menos coral, pero más auténtico y sobre todo, más pirotécnico.

—Esa era otra, la gente abría un hueco en la grada y encendía una traca. Sobre todo en la antigua General de Pie, en partidos en los que no cabía un alfiler contra el Madrid o el Barça, y hacían un hueco y encendían la traca. Era una cosa espectacular. Y no había ningún problema en tirar tracas.

—Yo recuerdo ir a Mestalla y en los grandes partidos estabas esperando a que tiraran la primera traca para empezar a gritar.

—Luego hubo un tiempo que se tiraban en el césped, en los 80, pero en los 70 era en la grada y la gente que se aparte como pueda.

—¿Conocías un desapego con el club como el que genera Meriton?

—No y sí. Por una parte hay que recordar que a principios de los 80 el Valencia es un equipo extraordinariamente desapegado de la sociedad valenciana y todo porque en un momento dado Ramos Costa toma partido por una de las dos opciones en cuestión de símbolos cuando todavía no estaba claro y no había una decisión oficial. Hubo mucha gente que se borra del Valencia y hubo un desapego enorme.Esto se nota porque bajó tremendamente el número de socios, que va a acompañado de los malos resultados del primer equipo. Recordemos que en la temporada 82/83 el Valencia está a punto de bajar a segunda división y luego baja años después. Pero digamos que en aquella época era fruto de unos tiempos en los cuales en España en general, la sociedad tenía más preocupaciones que el fútbol.

—En esos años estaba todo muy focalizado en la política, una vez comienza a asentarse la democracia tras la transición. Ahí la política ocupaba todo el foco.

—Exactamente, los primeros años de los 80, que coincide con las ligas de los equipos vascos, que yo siempre he sospechado que hay algo de política detrás porque no es normal, es la primera vez que ha pasado que cuatro ligas seguidas las ganan equipos vascos...

—Todo por la cohesión.

—Sí, y el fútbol siempre ha sido un instrumento, eso es evidente. Pero curiosamente la sociedad valenciana reacciona de una manera brutal en el año del descenso. Cuando el Valencia baja a segunda es el tercer o cuarto equipo de España que más aficionados lleva a su estadio, más que la mayoría de equipos de primera y que todos los de segunda. Y aumenta el número de socios. La diferencia con lo de ahora es que entonces era fruto de los tiempos y ahora tiene que ver con una gestión nefasta y sobre todo con una estrategia que me parece muy lamentable por parte de los dueños del club para conseguir ese desapego. Es como si de alguna manera intentaran decirnos que es una empresa y que no nos hagamos ilusiones, que ellos han venido aquí a ganar dinero y a robar patrimonio, porque básicamente es lo que están haciendo, y que no nos hagamos ilusiones que hasta que no hayan acabado con el expolio no van a soltarlo. Esa es la sensación que me da a mí desde muy fuera, porque yo vivo en Barcelona desde hace nueve años y la visión del mundo valencianista es muy diferente si estás fuera.

—Volvamos a Ramos Costa. Son los años de la llamada batalla de Valencia, la batalla de los símbolos y como que era necesario mojarse.

—No necesariamente, yo creo que había otras maneras de hacerlo. Mira, igual lo que voy a decir es un poco polémico, pero el Valencia siempre ha sido un club muy transversal en el sentido de que no se ha manifestado ni política ni socialmente en la mayoría de las cosas, ha apoyado determinadas manifestaciones como la libertad, la democracia o incluso la valencianía que me parece fantástico, pero no ha tomado partido incluso antes de que lo tomara la propia sociedad valenciana o la propia política valenciana. Hay que tener en cuenta que el Valencia cuando adopta como símbolo y directamente se convierte en un club anticatalanista no hay una declaración oficial de que esto se va a llamar Comunidad Valenciana, que la Senyera va a ser de esta manera y todo ese tipo de cosas. Símbolos que en aquellos momentos estaban en entredicho porque en aquella época no había una tradición histórica, no se sabía exactamente cuál era la bandera de la comunidad, la bandera de la ciudad de València sí estaba claro que llevaba una banda azul. El Valencia toma partido y eso expulsa a mucha gente que tiene otra visión de los símbolos de la comunidad valenciana. Se van. Yo siempre digo que se van porque no eran muy valencianistas, porque yo, que era de los otros, de los que debería haberme ido, me quedé, probablemente porque el virus estaba tan inoculado que nadie me lo pudo quitar. Pero también apartó a mucho intelectual, a mucha gente que había recelado del fútbol porque en los últimos años del franquismo había que pelear por otras cosas, y eso la apartó definitivamente del Valencia CF y del fútbol.

—La base intelectual de izquierdas valenciana abandonó al Valencia.

—Exactamente. Muchos se hicieron del Barça porque era lo que tocaba, cosa que me parece ridícula. Yo tengo buenos amigos que se hicieron del Barça en esa ápoca y me río de ellos porque sé que no les gusta el fútbol. Juegan al paripé, luego se hicieron del Levante, luego del Barça y del Levante... No hace falta decir nombres para saber de quiénes estoy hablando, y tú también lo sabes Carlos.

—No hace falta (risas).

—Hay muchos ejemplos. Algunos de ellos tienen columnas de opinión y pontifican... ¡por favor! Si no te gusta el fútbol, y te has hecho del Levante porque en un momento dado parecía que te echaban porque tus ideas no concordaban con lo que parecía que debía haber hecho el Valencia en aquellos tiempos. A mí realmente me pareció lamentable lo que hizo Ramos Costa, pero había que haber aguantado. Es como si ahora a la primera animalada de Meriton nos vamos.

—El valencianismo está por encima de Meriton, Ramos Costa o cualquier futbolista o presidente.

—O de Paco Roig y Juan Soler. Es que claro, hemos tenido una colección de personajes... El valencianismo está por encima de todos estos, está más allá del bien y del mal, más allá de que tengamos un gestor espantoso, y mira que hemos tenido malos. Estos de ahora se llevan el Premio Nobel del mal gestor del Valencia CF.

—Pues nos están poniendo muy a prueba, pero que nadie deje de ser valencianista por Meriton.

—Esto es darwinismo puro. En el fondo, se irán los que sobran, los que se han apuntado porque el Valencia CF hace unos años era un equipo extraordinario, pero los que quedamos aguantando el tirón somos los que hemos visto de todo. Yo empecé viéndolo ganar la Liga, que es lo que reflejo en el libro, pero luego lo he visto en situaciones terribles. Con un equipazo y no ganar nada, con un equipazo y ganar solo la Copa y la Recopa, lo he visto bajar a segunda división, luego renace con chavales... Volvemos arriba con un equipo que juega muy bien pero no gana nunca nada, de repente es campeón de Liga y el mejor equipo del mundo, dos finales de Champions... Ahora hemos acabado en un hoyo en el que dices, ¡ostras!, pero yo creo que saldremos. La forma no la sé, pero saldremos, estoy convencido.

—Eso del darwinismo me ha gustado, quien mejor adaptado esté al valencianismo seguirá...

—Los que lo tengamos en lo más hondo. Es la famosa cita de El secreto de sus ojos: "Un hombre puede cambiar de religión, de mujer, de partido político pero nunca cambia de pasión", y si uno es del Valencia CF, es del Valencia CF. Y eso no te lo quita ni una pandilla de singapurenses que vengan aquí a robarnos el dinero.

—Raúl Antón dijo que Singapur es uno de los países más capitalistas del mundo y en eso no engañan, se están comportando como capitalistas... sin más. Yo tengo el 83%, no te hagas ilusiones.

—Yo he estado en Singapur, estuve una semana. Y allí el capitalismo está reforzado con un sistema político en el cual el derecho a protestar es mínimo. 'Yo hago esto porque tengo más dinero, hago esta torre aquí, y he implementado unas normas para que tú las cumplas y si no las cumples te vas a ir a la cárcel'. No se puede fumar por la calle, no se puede comer chicle, no se puede cruzar un semáforo en rojo porque te pueden meter en la cárcel o puedes tener que pagar una multa. Y todo eso forma parte de una serie de medidas para proteger un sistema en el que quien tiene el dinero es el que manda. Cuando fui coincidió con el Gran Premio de Fórmula 1 de Singapur, y la ciudad estaba cerrada y no protestaba nadie. Cuando se hacía el Gran Premio de Fórmula 1 en València y había muchas protestas, a la gente del Cabanyal solo les faltaba tirarles cosas a los coches. Pues en Singapur todo el mundo calladito. Hay un sistema que arropa todo eso y ellos creen que se basa en que no hay libertad de prensa, los medios están manipulados por el poder y todo ese tipo de cosas. Ellos han venido aquí y han dicho, pues vamos a aplicar esto. Y se olvidan de que esto es una democracia, es la gran diferencia.

—Sí, y la vieja democracia europea ha luchado contra los fascismos y empezó cortándole la cabeza a un rey en la revolución francesa... Esta manera que tienen ellos de ver la sociedad civil, tiene que chocar por narices con nosotros.

—Es que yo creo que ese es el gran problema de Meriton. Podría habernos vendido la moto y nosotros estar contentísimos porque ha hecho un equipo de jóvenes y como dice Anil Murthy dentro de diez años ganaremos la Liga con un equipo de jóvenes, cosas que solo se la cree él, pero bueno... Pero es que encima nos lo venden mal, nos llaman racistas, nos dicen que no entendemos nada, que no tenemos nada que decir, que no podemos hablar, que tenemos que aguantarnos a lo que ellos hagan... esa no es la manera de gobernar un club, eso solo lo hacen los fascistas, pero a todos los niveles, no solo en el fútbol, a nivel social, político o incuso familiar. Si un padre te está diciendo que tienes que hacer esto por cojones, pues al final acabas de tu padre hasta los cojones.

—En el fondo la gran traición de Meriton es que le da igual la afición cuando toma decisiones.

—Fíjate que el desapego cada vez es más grande, cada vez hay menos gente de València trabajando en el Valencia CF, los despidos de medio departamento de comunicación indican por dónde van los tiros. Alex Navarro llevaba 16 años trabajando en el club, Cristina Lloret también mucho tiempo, gente que además conoce el medio y con prestigio en la ciudad. Ya no hay nadie que les pueda decir oye que Españeta es un señor muy importante, que no solo es un utillero.

—Conclusión, Propietario: Meriton Holdings.

—Sí, es ese sentido de posesión, como los niños, este es mi juguete y nadie me lo quita.

—Como periodista puede que esté feo decirlo, pero no es nada que no dijera la hija de Lim, ojo.

—Es un poco lo que decías antes, es que es la forma de proceder del singapurense. Ellos no entienden el negocio de otra manera, en Singapur la idea es: yo tengo esto y yo soy el que tiene el dinero, y el sistema me favorece para que yo pueda seguir teniendo el poder y para que yo pueda mandar. ¿La hija? A ver, su padre es el dueño del club, pues claro, como si es el dueño de una fábrica de sardinas, le dará igual.

—Ella fue coherente con sigo misma y con su cultura.

—Y el hijo dijo algo así como que lo que ustedes entienden por éxito probablemente no es lo mismo que entendemos nosotros. Para ellos éxito es aquello que les dé dinero y les sirva para prosperar. Nada más. Desde el punto de vista deportivo es otro tema. Hay un ejemplo ilustrativo, que es el Cardiff City. El dueño cambió el color de la camiseta porque daba mala suerte.

—¿Te parece que esto no lo pongamos? No vaya a ser que lo lean y les estemos dando ideas.

—(Risas) El problema es que es verdad, cambiaron el color de la camiseta porque daba mala suerte en Asia, es un tipo de Tailandia y hace lo que le da la gana. Claro, el equipo está en segunda división.

—Has nombrado lo que dijo el hijo de Lim y se da una situación que como yo lo veo es el gran punto de inflexión. Desde ese día podemos decir que Meriton tiene fecha de caducidad, pero falta saber cuándo. Me explico: cuando se marcha Mateu nos encontramos que tal vez lo que es bueno para el Valencia a Peter Lim no le conviene...

—Haciendo un símil cinematográfico es como cuando se descubre al asesino.

—Ya veremos cómo acaba pero ya sé quien es el culpable.

—Claro, ya se han quitado la careta y dicen, perdona esto lo vamos a gestionar nosotros porque nosotros somos los que vamos a ganar dinero, no nos lo va a gestionar otro por muy profesional que sea porque nuestro concepto de éxito no es el mismo. Es la clave.

—Antes has dicho que no sabes cuál es la decisión, pero teniendo en cuenta en que los acabamos de definir desde el punto de vista cultural, la solución se llama dinero.

—No me refería a eso. Lo que no sé es cuál es la conclusión. No sé cómo acabará el Valencia CF pero renacerá, de eso estoy seguro. Incluso si el club desaparece porque Lim y sus secuaces expolian todo lo que hay en el club y desaparece, renacerá igual. Habrá otra fundación, como ha pasado con otros clubes que han vuelto a la élite del fútbol español. Ojalá no lleguemos ahí, pero aunque llegáramos, el renacimiento hasta sería rápido.

—Ahora entiende uno porqué han hecho cero esfuerzo en seducir al valencianismo. Paco, ellos no quieren entender tu libro...

—Es que no tienen porqué entenderlo, es que les da igual.

—Lo has explicado mejor, ellos no tienen porqué entenderlo, 'yo aquí no he venido a entenderte'.

—Es así. Voy a poner un ejemplo muy idiota. Imagina que compras una empresa de hacer bordados a mano. T tú llegas y dices que quieres ganar más dinero con la empresa y hacer más bordados, y compras unas máquinas para hacer bordados a máquina. Y les dices, oye, es que nosotros tenemos una historia de muchos años haciendo bordados a mano... Y te dice, si, es muy bonito pero me importa un pimiento, yo lo que quiero es ganar más dinero. Y si al final no gano más dinero, cierro la fábrica y me voy. Y eso es lo que están haciendo estos señores, les da igual la historia. Evidentemente el Valencia no es una fábrica de bordados, es un club de fútbol, y esto es algo que no solo no han entendido, si no que no entiende casi nadie de la gente que compra clubes. Hay pocos propietarios que entiendan que el fútbol es un negocio, o puede llegar a ser un negocio pero solo si se gestiona a través del cariño o a través de la integración en la sociedad, a través de que la gente sienta que realmente estás haciendo algo por el club, aunque te lleves el dinero, pero que la gente lo sienta de esta manera.Y eso es lo que no han entendido ni lo entenderán nunca porque creo que la mentalidad de esta gente no va por ahí. Tengo muy buenos amigos en el Espanyol y me dicen que el chino lo está haciendo muy bien, pero lo está haciendo bien hasta que se canse. Ahora todavía apuesta aunque sea en segunda división, es el equipo con mayor presupuesto de segunda con mucha diferencia, pero llegará un momento en que se cansará porque la mentalidad de un empresario chino no es haber mamado los colores del Espanyol y acordarse de Marañón, es, si no ganas dinero, adiós muy buenas.

—Has hablado de sentimiento, cariño e integración como las bases para que un club de fútbol funcione, Mariola Hoyos decía, "entiendo que no tengan sentimiento, pero les pido respeto".

—Esa es la palabra clave, respeto. Una cosa es que haya desapego por su parte, que les importe una mierda la historia del club pero respétame. Y ese es el problema. Pero vuelvo al meollo, ellos están acostumbrados a que sean ellos quienes han de ser respetados, no nosotros. Les da igual el cliente, la cultura esta tan europea o americana de el cliente siempre tiene la razón en Asia y particularmente en Singapur no está tan clara, yo gano dinero y me da igual cómo. De hecho Lim es un especulador de bolsa, no ha construido una empresa desde abajo, sus orígenes están bastante claros. Pero déjame decir una cosa. Creo que no es el momento ahora de buscar quién es el que puso a Lim ahí, hay mucha gente señalando a Salvo y a Aurelio Martínez, pero yo creo que los males del Valencia vienen de mucho antes, hay muchos responsables, hemos llegado a Lim no por culpa de estos señores, si no por culpa de mucha más gente, y particularmente de Paco Roig desde el año 93, pero bueno, no hay que echarle la culpa a nadie. Hay todo un pasado de cagadas una detrás de otra que nos llevado hasta ahí, y de esas cagadas somos todos responsables, no solamente Paco Roig, Juan Soler, Francisco Camps, Manuel Llorente, Amadeo Salvo, Aurelio Martínez, Soriano... nosotros también. Nosotros hemos dejado que el Valencia CF se endeudara de aquella manera, que gozara de favores de la administración que sacaba el dinero de Bancaja y lo llevara a club y bueno, ya lo devolveremos y al final mira cómo ha acabado Bancaja... Creo que deberíamos reflexionar y ese debería ser el principal objetivo de este castigo, de esta penitencia que es Meriton. Tenemos que darnos cuentas de que hemos hecho las cosas muy mal, pero no las han hecho mal Salvo, Martínez, Soler o Roig solamente, las hemos hecho mal todos porque hemos mirado para otro lado, porque no hemos actuado cuando tocaba, porque nos hemos creído los mejores porque le hemos quitado a Zigic al Racing de Santander por 18 millones. No sé, tío, no sé...

—Podemos pasar dos horas criticando a Meriton, pero si están aquí es por culpa nuestra.

—Pero tú dices que la solución es el dinero, y no estoy de acuerdo del todo. Claro que hace falta dinero para comprar el Valencia, pero que venga ahora un tío con 500 millones que le sobran y que los invierta en el Valencia y vamos a estar en las mismas, no nos va a solucionar nada. No se trata de dinero, lo importante es darnos cuenta de lo que hemos hecho mal para no volver a hacerlo, para volver a hacer lo que hizo Tuzón, por explicarlo de una manera muy gráfica. No es exactamente igual porque Tuzón también hizo cagadas, pero es esa recuperación que logró Tuzón a partir del 86/87 hasta el 92, cuando el Valencia se convirtió en SA. Un equipo bien hecho, a base de la cantera con cabeza, sin pasarse en el gasto, traspasando a quien debía y comprando lo que debía. Es bastante más fácil que todo eso. Alemany lo hubiera hecho muy bien, un profesional, como era Pasieguito.

—¿Se te ocurre algo para convencer a quien lea esto de que lea tu libro? ¿Hemos dicho el título?

—Sí, lo hemos dicho, El niño de Di Stéfano. Se me ocurren muchas. Es un libro que a todo el que haya vivido eso de empezar a ir al fútbol con su padre, y aprender la pasión que le han transmitido, le encantará. También es un libro para gente que no le guste demasiado el fútbol, porque es un libro sobre el aprendizaje vital, cómo se puede aprender de cosas, en este caso es el fútbol, el Valencia, pero podría ser el cine, la literatura... podrían ser mil cosas cuya pasión te arrastran a entender lo que es la vida.

—Leyendo el libro me acordé de cuando fui con mi padre, que falleció cuando yo tenía 13 años, a ver el debut de Madjer en Mestalla.

—Lo recuerdo. Veníamos de un Valencia recién ascendido, en formación, similar al de ahora. Las expectativas no eran muchas pero con la diferencia que veías que con el tiempo acabarías llegando de nuevo a nuestro lugar, a disputar los puestos europeos o la Liga. Entonces teníamos muy poco, y que viniera un jugador que acababa de ganar la Copa de Europa con un gol de tacón al Bayern de Munich era... ¡ostras!

—Éramos como los napolitanos el día que llegó Maradona.

—Sí, pero Maradona hizo mucho por Nápoles y Madjer, excepto dos o tres goles. Estuvo medio año aquí y nos queda ese partido maravilloso ante el Athletic y poco más.

—Meriton no quiere entender tu libro y renuncia a entender lo que Maradona le dio a los napolitanos, pero ellos se lo pierden.

—Y nosotros los sufrimos...

Aquí puedes leer las anteriores ediciones de Las Charlas del Bar Torino.

Rafa Lahuerta: "Tenemos que ser capaces de articular una resistencia inteligente contra Meriton".

Sergi Calvo: "Mi temor es que el Meriton deje caer al Valencia CF".

Marcos Colomer; "¿Cómo nos va a tener en cuenta Meriton si no nos necesita?".

Albert Cardà: "Me jode que Meriton tenga la capacidad de dividir a la afición del Valencia CF".

Pedro García: "El valencianismo tiene que estar preparado para cuando Peter Lim decida marcharse".

Salva Raga: "Si alguien quiere despatrimonializar el Valencia CF, será por encima de nuestro cadáver".

Carlos Medina (Drakul): "Lim no es una elección del valencianismo, es la única solución que hemos tenido".

Tono Errando: "El señor Lim debe estar arrepentidísimo de haber venido al Valencia CF".

Paco Lluis; "Cuando se pueda tenemos que ir a Mestalla a hacer la pitada del siglo contra Meriton".

David Montesinos: "Es imposible que desaparezca un sentimiento tan puro como el valencianismo".

Carles Sanchis: "Meriton se está preparando para una liquidación".

Fernando García Berlanga: "¿La solución del Valencia cF? Quien sepa rezar que rece".

Jordi Sapena: "Ahora es el equipo quien está tirando del club y de la afición".

Mariola Hoyos: "Los valencianos no hemos sabido sacar adelante al Valencia CF, a ver si ahora...".

Raúl Antón: "Cuanto más conozco a Meriton más me alegro de ser valenciano".