No hay por donde coger al Valencia, vapuleado por sus errores, víctima de cualquier contratiempo posible y condenado a cambiar de año con números de descenso. De nuevo abatido pero tan indescifrable que salió airoso de un arranque en falso, el enésimo. Y también un equipo que jugándose la vida se enredó sobre sus propios pasos. Con el partido para ponerse 0-2, se dejó empatar al filo del descanso. Y cuando mejor estaba en la segunda parte, Jason y Guedes se autoexpulsaron. Todo tan enigmático que el mejor tramo se jugó con nueve gracias a Manu Vallejo. Absurdo consuelo previo al 2-1.

Con ventaja en el marcador gracias al olfato de Gameiro y a una reacción más que potable, el Valencia empezó a deshacerse cuando el Granada empató en el descuento de la primera parte, encima estando en inferioridad numérica por la momentánea lesión de Gonalons. Fue, para postre, después de que Jason se empachara de balón en un contragolpe franco. Como la temporada pasada, una barrera con los jugadores mal perfilados tuvo la culpa. El balón cambió su trayectoria tras rebotar en Gameiro, a la postre decisivo sin querer en las dos porterías. Un gol psicológico de los que hacen daño, sobre todo a un equipo magullado por todos lados al que le faltaba lo de Jason y Guedes. Ni siquiera la horrible gestión del Granada, que también perdió por roja directa a Domingos Duarte, sirvió para rascar algo positivo. Con un muelle en el cuello, Jorge Molina lo evitó con un magnífico cabezazo.

El Valencia hizo méritos para más pero sus virtudes son muchas menos que sus defectos. Tras demostrarse que la escaramuza de Gayà con la que empezó la tarde fue un espejismo, el Granada puso cerco al área de Doménech y tuvo que ser el VAR quien saliese dos veces en su auxilio. La primera porque el reglamento impide al videoarbitraje actuar en jugadas que no llegan a penalti, como cuando Esquerdo levantó el pie más de la cuenta. Y la segunda porque sí que sirvió para anular un gol. Con una facilidad pasmosa, el balón había ido de banda a banda para acabar en la red con un tiro cruzado de Kenedy. La suerte fue que a Foulquier lo pillaron soltando el brazo sobre la cara de Jason en el origen.

Aunque hecho un guiñapo, el once Frankestein de Gracia terminó cuajando gracias a Gameiro, una de las novedades en detrimento de un Maxi sin minutos. El francés arrancó la moto antes de la media hora pero falló delante de Rui Silva. Fue el único que generó ocasiones pese a su clásico defecto de la mirilla desviada. Su siguiente combinación con Guedes acabó en córner y a la tercera fue la vencida con un desmarque para rematar un servicio de Cheryshev al segundo palo.

Era el primer gol con su firma del curso, producto de un contragolpe en el que se gustó Soler. El VAR, que estaba caliente, revisó que en el inicio de la transición Esquerdo se había llevado el balón por ímpetu y no en falta. Una fase de expansión en la que Rui Silva evitó el segundo, aunque la ocasión más clara se abortó antes de coger portería. Jason se empachó en una contra en superioridad en la que chutó por chutar cuando tenía a tres compañeros y Gonalons estaba siendo atendido. Perdonó el Valencia pero no el Granada, que seguía con uno menos y empató en el añadido.

La segunda parte empezó como la primera. Incluso con el mismo protagonista, un Luis Suárez que intentaba volearlo todo y que acabó merendándose a Diakhaby. De su disparo cruzado se pasó a un remate a la cepa de Foulquier en pleno desajuste de un Valencia que aun así lo seguía intentando. Rui Silva evitó a lo Mazinger un cabezazo de Mangala y Manu Vallejo revitalizó el ataque cuando Gameiro pidió el cambio. Sin embargo, fue entonces cuando el guión saltó por los aires. Jason puso el broche a su nefasta actuación con una entrada innecesaria al borde de la roja directa, mientras que a Guedes se le calentó la lengua con el árbitro. Un suicidio en toda regla.

El carrusel de errores también afectó al Granada, cuya agitación favoreció al Valencia. Paradójicamente lo mejor llegó jugando con nueve ante la ansiedad de un rival que se lo había visto hecho. Manu seguía siendo mano de santo en sus intervenciones y hasta la fortuna evitó que Molina marcara antes al impactar un disparo con olor a red sobre su compañero Soro. Sin embargo, a la siguiente el delantero alcoyano se desquitó a lo grande. No hay manera con este Valencia.

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