Se empeña el Valencia en vivir en un estado de alarma permanente, incapaz de ganar y con pánico al descenso. Ante el Cádiz solo le alcanzó para un empate tras haber estado contra las cuerdas. Un botín que apenas sirve para que la antepenúltima posición pase al Elche, con el que empata a puntos. [clasificación de LaLiga] El equipo de Álvaro Cervera se plantó en Mestalla con las alarmas sonando a tutiplén y tuvo la victoria a su alcance. Un irrelevante ex del filial como el Choco Lozano lo castigó con un gol de chilena y pudo ser peor. Solo el poste evitó que el hondureño se volviese para la Tacita de Plata con un doblete. Atacado desde los resultados del sábado, el Valencia estaba tiritando cuando se salvó del 0-2. Y es que si el fútbol es un estado de ánimo, el suyo estaba en el subsuelo. Todo se le hacía bola contra un rival que había detectado perfectamente el olor a sangre.

En el alambre y consciente de la poca confianza que desprende su equipo, Javi Gracia pegó volantazo: Wass al medio, Thierry al lateral, regreso de Guillamón y sobre todo indulto para Maxi. El uruguayo, además de marcar el gol del empate, fue con diferencia el único capaz de generar peligro real. Sin embargo, con las novedades en la alineación no se consiguió gran cosa. El Valencia siguió siendo tan poco fiable como de costumbre, temeroso de que en cualquier jugada le pillasen en un renuncio. Al Cádiz no le importó darle el balón, consciente de que no sabría qué hacer con él.

Las ocasiones, contadas, llegaron de forma aislada. Incluso rudimentaria. Tiros de Cheryshev desde la frontal que no llegaron a coger puerta. Nada que ver con el primer cabezazo de Maxi, la única vez que fue exigido Ledesma hasta el empate. Un gol en una jugada calcada en la que la diferencia fue que el centro lo puso Gayà en vez de Thierry. El charrúa, sobre todo desde que se lesionó Gameiro, fue el epicentro del ataque. Los defensas no dudaron en placarlo cuando recibía de espaldas, aunque le faltó un socio. No lo fue Kang In, embarrado en una batalla que se decidía más atrás. Las pulgadas para los delanteros eran metros para los centrocampistas, mucho más apretados. Imposible hilar fútbol así, con Wass fallando pases por un tubo y Soler diluido.

Visto el percal, el Cádiz apostó por agitar el partido sin saltarse ni una línea del guión de su entrenador. Todo muy básico pero bien ejecutado: esperar atrás y estirarse por bandas para sacar de posición a los centrales. No habían pasado ni cinco minutos cuando el balón se paseó por la portería de Doménech, un aviso de que no iba a achantarse. Negredo y Fali lo peinaban todo en busca de segundas jugadas. Las mejores acabaron en los pies del talentoso Álex Fernández, que se infló de balón. El Choco, mientras tanto, no paraba de incordiar a Guillamón a la espera de sus oportunidades. Nada más arrancar tras el entreacto tuvo la primera. La segunda fue gol. Una incursión por banda de Espino en la que Thierry fue traspasado con un simple recorte. Doménech no pudo con el remate de espaldas dentro del área pequeña.

El Valencia se estaba dejando ir. Al borde del colapso, tardó en reaccionar con un disparo desde casa de Soler y alguna llegada en la que lo más noticiable fue la revisión de una zancadilla a Thierry. La única manera de llegar era a la contra en las contadas veces que el Cádiz se enganchaba. Así o con centros como el que Gayà le puso a huevo a Maxi en el gol. A tumba abierta entró Sobrino por Wass y el Cádiz terminó de empotrarse, reducido a achicar centros laterales pero aun así desperdiciando dos salidas. El empate fue de milagro.

Vídeo, notas y stats del Valencia - Cádiz