Terminada la batalla contra los vitorianos, porque la del sábado fue una tarde de partirse el lomo por cada balón, el capitán del equipo, José Gayà, habló claramente delante de la cámara de televisión: «Al equipo le faltan muchas cosas. Nos está costando mucho ponernos por delante... Si a los equipos con más talento y calidad ya les cuesta ganar, imagínate a nosotros...». Talento parece la palabra clave. Después de medio año a la bartola, en el último mes Gonçalo Guedes es el único jugador del Valencia capaz de recibir la pelota en campo rival y, de la nada, complicar la existencia a quien tiene enfrente.

Al portugués se le notan las ganas de no perderse la Eurocopa con la selección de Portugal En su fútbol brilla una chispa que durante demasiados meses de la temporada había estado apagada, una luz con la pelota en los pies, eso sí, que no se reproduce en ninguno de sus compañeros cuando el esférico rueda en los metros de césped donde se deciden los partidos. El Valencia-Alavés comenzó con Guedes ofreciéndose y encontrando agujeros entre la ordenada defensa del conjunto babazorro. El '7' demostró que, si está ganoso, no importa tanto si actúa de segundo punta o partiendo desde una banda, como en esta jornada, que empezó en la izquierda y terminó en la derecha.

Sin embargo, más allá de la verticalidad de Guedes, el partido fue excesivamente industrializado. Las pinceladas artísticas solo las dio él. Un par de balones al área que no encontraron remate, y una cabalgada en la segunda mitad en la que asistió al área pequeña. Maxi la dejó pasar para Gameiro, pero el francés no llegó al balón. La intensidad en los duelos, los contactos, donde Racic de ambos conjuntos para obstaculizar la salida reinaron por encima de todo.

La presencia de Carlos Soler limitando el número de pérdidas. Más adelante, nadie acompañó a Guedes para romper las dos compactas líneas de cuatro que forjó el Alavés. Yunus Musah, y los laterales bastante tienen con ayudar a que la sangría de goles en contra no vaya a más. Una tarea que se estaba cumpliendo hasta que Laguardia se impuso en los aires para ceder el 0-1 a Guidetti. Cinco minutos después Gayà empató al recoger un rechace de Pacheco tras un centro de Guedes para el cabezazo de Maxi Gómez. Fue la segunda vez que el capitán salvó los muebles. Antes lo había hecho en una carrera a vida o muerte con Pere Pons.