El Valencia se libera con Voro y Mestalla rompe su silencio: "¡Peter, vete ya!"

Ajenos a la crispación contra la propiedad, Guedes y Soler desciender al Eibar y se sueltan con un par de dobletes sin paliativos

El Valencia se libera con Voro y Mestalla rompe su silencio: "¡Peter, vete ya!"

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Rafa Marín

Rafa Marín

En medio de un ambiente reivindicativo, con solo la mitad de las 5.000 entradas disponibles vendidas y continuos cánticos contra la propiedad, el Valencia supo leer la jugada y se limitó a jugar al fútbol. Fue lo mejor que podía hacer en señal de agradecimiento a todos sus aficionados, tanto a los que acudieron a Mestalla para celebrar sus goles como a los que volvieron a verlo por la televisión. La crispación no iba con ellos. Y es que ahora que se acaba la temporada es paradójicamente cuando mejor está el equipo.

Le ha favorecido la lógica de Voro desde el banquillo y el adiós a las cadenas que no le impedían alejarse del descenso. A efectos clasificatorios los tres puntos le tienen igual, aunque si acaso la victoria anula el sorpasso del Levante. Para quien el marcador sí tuvo consecuencias y graves fue para el rival. Al margen de su peripatética puesta en escena, el Eibar había hecho méritos de sobra esta temporada para haber descendido antes. Se demostró de paso que el riesgo de perder la categoría fue más un estado emocional que una realidad. Pocas veces ha estado tan barata la permanencia.

Parece mentira que el Valencia haya estado sin dormir por eso. Y lo parece también que Guedes se tirara tantos meses desaparecido, incluso hasta el punto de que dejó de haber debate cuando no jugaba. A estas alturas, sin nada en juego, no hay duda de que no hay otro igual en una plantilla. Nadie corre ni gana duelos como él, protagonista del vendaval con el que un Valencia despreocupado aplanó a un mortecino Eibar. Tras despojarse de los lastres que le impedían despegar, y espoleado también por el horizonte de la Eurocopa, el portugués solventó la papeleta en media hora marcando el primer gol, dando la asistencia del segundo y participando en la jugada del tercero. Nada más volver de vestuarios, por si al partido le quedaba algún resquicio, anotó el cuarto. Fue un auténtico destrozo lo que le hizo al equipo de Mendilibar, que con 3-0 trató de resistirse a su suerte con dos cambios a 10 minutos del descanso. No quería seguramente el técnico que los últimos minutos en Primera fuesen tan indignos y al menos consiguió hacerle un requiebro al destino. Se quedó a dos goles y de milagro no a uno. Lo evitó el palo y el pie de Cillessen.

Tres minutos tardó en inaugurar el marcador Guedes en una acción en la que es verdad que por cada acierto del Valencia, ya fuese la recuperación de Thierry o el último pase de Soler, hubo un error a cada cual más grosero en la defensa armera. No acompañó el rival y eso deslució el buen rato de fútbol. Y eso que el regreso de parte del público se interpretó más desde la protesta que desde el disfrute.

En el plano futbolístico, que es el que a los jugadores y el entrenador les ocupaba, sobró con juntar a los mejores y darle un punto de lógica a la alineación. Es la receta con la que Voro ha liberado a los jugadores. Kang In y Guedes cabalgaron a sus anchas y Soler lució en su faceta de llegador con otro doblete. Fue la consecuencia de dos jugadas corales, especialmente la del tercero. Kang In, quien sabe si en su despedida, maniobró con el balón pegado al pie, Guedes abrió a la banda y la incorporación de Gayà fue perfecta para dejar el regalo listo para abrirlo.

Con la vista perdida y los oidos en los cánticos, el Eibar trató de resucitar de manera casi que inesperada. Los cambios de Mendilibar funcionaron a plazo corto porque Sergi Enrich dio empaque y a Bryan Gil, que había estado entre algodones, no hubo manera de pararlo. Llegó el mensaje de los cambios por el espectáculo dantesco. El propio Bryan acortó distancias y acabó siendo atropellado por Soler en la falta que casi precipita el 3-2. Lo evitó Cillessen con una parada a bocajarro sobre la línea después de un primer tiro de Enrich al palo. Se reclamó mano de Guillamón, que hizo con el brazo un gesto raro de esos que son sinónimo de disgusto. El último estertor. Ya no pasó nada más. En cuanto se reanudó el partido, otra vez al espacio, Maxi Gómez habilitó a Guedes para que marcara el cuarto. Aunque con suspense, estaba en posición legal. A partir de ahí, los disparos fueron hacia el palco.

Notas y stats del Valencia - Eibar

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