De todos los mares de la Tierra, el Mediterráneo es el que presenta una mayor acumulación de mercurio, un metal altamente contaminante y tóxico para el ser humano. Así lo revela un estudio que toma como base la cantidad de este elemento detectada en el organismo del atún rojo, una especie que suele usarse para medir los niveles de mercurio en el medio marino.

Y es que este animal, masivamente consumido por el ser humano, acumula mercurio a medida que envejece y por ello suele usarse como barómetro global para medir hasta qué punto presenta mercurio en su cuerpo y conocer así el grado de riesgo que supone.

De hecho, la concentraciones neurotóxicas de metilmercurio en la carne de atún rojo superan a menudo los niveles seguros para el consumo humano, como demuestran constantemente las pruebas cotidianas que se realizan por las autoridades en los diferentes países.

Para poder saber qué atunes de la Tierra son los más afectados por el mercurio, investigadores de Estados Unidos y Taiwán compararon la concentración muscular de este elemento en las especies de atún rojo de cuatro océanos diferentes.

Existen tres especies de atún rojo: el atlántico (la más grande y la más amenazada), la del Pacífico y la del sur. La mayoría de capturas de atún rojo del Atlántico proceden en realidad del Mediterráneo, que es la pesquería de esta especie más importante del mundo.

Ahora, la investigación que ha publicado la revista PNAS demuestra cuál es la abundancia de mercurio en cada uno de los mares del mundo y la conclusión es que el Mediterráneo es el peor de todos en este aspecto.

“La contaminación por mercurio de los ecosistemas del Mar Mediterráneo viene siendo un motivo de preocupación desde hace décadas y es el resultado tanto de actividades volcánicas como humanas”, señalan los autores del artículo.

Al ser un mar casi cerrado, “las fuentes de salida de mercurio en el Mediterráneo son casi iguales a las entradas por vía atmosférica, fluvial y geogénica”, señalan los científicos. Es decir, que las concentraciones de este metal en dicho mar permanecen bastante estables, frente a otros mares del planeta.

“Los flujos relativamente altos de mercurio a esta cuenca sin apenas salida a mar abierto, que experimenta poco intercambio con el Atlántico Norte, dan como resultado una menor variabilidad de las concentraciones de mercurio en las aguas superficiales”, afirma el estudio.

Pero, además, las altas temperaturas que tienen las aguas mediterráneas y el consumo de oxígeno en aguas superficiales estratificadas y oligotróficas conducen a concentraciones más altas en el agua y en el cuerpo de los atunes en relación con otros mares.

Además, no cabe duda sobre la procedencia de los atunes analizados, puesto que es una especie que generalmente no emigra hacia el Atlántico Norte, sino que permanecen en el Mediterráneo.

El mercurio hallado en este mar procede tanto de procesos naturales, como la lixiviación de las rocas, como a contaminación humana procedente de la minería de metales, la fundición y la quema de combustibles fósiles.

En el Pacífico norte, el Índico y el Océano Atlántico Norte, los índices encontrados son mucho menores, puesto que no están afectados por estos factores y, además, tiene mucho más superficie en la que dispersar este material contaminante.

“Nuestro estudio demuestra que los índices de acumulación de mercurio en el atún rojo pueden utilizarse como un índice de contaminación global que puede revelar los patrones de contaminación y disponibilidad de mercurio en los seres vivos de los océanos, así como las emisiones naturales y las que son causadas por el hombre”, señala John Reinfelder, profesor de la Universidad de Rugers New Brunswick.

Artículo de referencia: https://www.pnas.org/content/118/38/e2111205118

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