Estudio científico

La crisis climática dispara el riesgo de olas de calor extremo

Un estudio advierte de que el avance de la crisis climática siembra el terreno para episodios de calor extremo cada vez más intensos y frecuentes

Valentina Raffio

En julio de 1980, una ola de calor extrema azotó el sur de Estados Unidos y elevó los termómetros hasta los 38,4 grados. En noviembre de 1985, un episodio de calor infernal dejó Brasil con una temperatura récord de 36,5 grados. En abril de 1998, el sudeste asiático sufrió un episodio de canícula sin precedentes y, por aquel entonces, los 32,8 grados registrados parecían un extremo imposible de superar. Todos estos registros que, en su día, destacaron como récord tardarán cada vez menos en quedarse obsoletos porque, tal y como advierte desde hace décadas la comunidad científica, el avance de la crisis climática y del calentamiento global siembra el terreno para que las olas de calor sean cada vez más intensas y frecuentes.

Según apunta un nuevo análisis publicado este mismo miércoles en la revista 'Science Advances', en las últimas décadas el planeta ha vivido un auge de las olas de calor extremo. Pero mientras algunos de estos episodios han acaparado titulares y han llenado ríos de tinta, otros han pasado totalmente desapercibidos. Sobre todo en el caso de los extremos meteorológicos que han tenido lugar en el sur global y en regiones desfavorecidas del globo. "En estos lugares, un extremo de temperatura puede tener efectos más dañinos porque puede aumentar los índices de mortalidad", relata Vikki Thompson, autora del estudio y científica del Instituto Cabot de la Universidad de Bristol, en Reino Unido.

No hace falta ir muy atrás en el tiempo para ver los efectos de una ola de calor extrema en un país plagado de pobreza y desigualdades sociales. Hace ya una semana que India y Pakistán viven una ola de calor extrema, con temperaturas por encima de los 40 grados y máximas cercanas a los 50. Se estima que más de mil millones de habitantes de estas regiones son especialmente vulnerables a estos extremos de temperatura. Hoy por hoy, la gran mayoría de las muertes por golpe de calor registradas durante este episodio coinciden con las zonas rurales más pobres del país. En los últimos 50 años, según apunta un reciente análisis, el calor extremo ha dejado más de 17.000 muertos en la India. La mayoría, en regiones pobres y en personas expuestas a la intemperie. 

Temperaturas anómalas

Las olas de calor extremo no solo van en aumento sino que, como corroboran los registros, se están expandiendo hacia territorios que (hasta ahora) apenas habían sufrido este tipo de episodios extremos. El ejemplo más claro, explican los expertos, es la ola de calor que el verano pasado azotó Estados Unidos y Canadá. El episodio, que dejó máximas cercanas a los 50 grados y cientos de fallecidos en tan solo una semana, "hubiera sido prácticamente imposible sin el impacto de la crisis climática". "Si los humanos no hubieran influido en el clima, y desencadenado un calentamiento global, esta ola de calor hubiera sido 150 veces menos probable", concluyó entonces un análisis realizado por la Universidad de Oxford. 

La gravedad de las olas de calor, esgrimen los expertos, no depende tanto de las temperaturas que se alcancen sino de qué tanto suben las temperaturas respecto a los valores normales. En el caso de Canadá, por ejemplo, la ola de calor elevó las temperaturas más de 10 grados respecto a los valores medios en un país que, hasta ahora, no estaba acostumbrado a este tipo de extremos metereológicos. Lo mismo que ocurrió el pasado junio en Helsinki, cuando los termómetros alcanzaron los 31,7 grados y registraron así la temperatura más alta jamás detectada en la ciudad. 

Olas de calor más intensas y frecuentes

El avance de la crisis climática, advierten los expertos, provocará olas de calor cada vez más intensas y frecuentes. Según estima el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), hasta el siglo pasado estos eventos extremos ocurrían una vez cada diez años. Ahora, las probabilidades se han multiplicado por cuatro. Y si los termómetros globales sobrepasan los cuatro grados de media, será hasta 9,4 veces más probable de que ocurra un episodio de calor extremo.