Cambio climático

Islas artificiales, la solución para afrontar el aumento del nivel del mar

Un estudio científico aconseja elevar seis metros o más los atolones para 'salvar' a los pequeños estados insulares

Ramón Díaz

Ramón Díaz

Construir islas artificiales y elevar la altitud de las ya existentes aparecen como las mejores fórmulas para salvar a los pequeños estados insulares, como Kiribati y Tuvalu, del aumento del nivel del mar, provocado por el cambio climático. Los científicos sostienen que para proteger áreas como las Maldivas o las Marshall y evitar que sean engullidas por las aguas, las islas deben elevarse a seis metros o más.

El sexto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) augura que para mediados de este siglo, 1.000 millones de personas estarán expuestas a riesgos mucho mayores de inundaciones debido al aumento del nivel del mar y enfrentarán marejadas ciclónicas, mayores inundaciones por mareas o incluso inundaciones permanentes.

El propio secretario general de la ONU, António Guterres, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU a principios del pasado mes de febrero, alertó de que el aumento del nivel del mar por el cambio climático es una amenaza directa para millones de personas, y advirtió de que el mundo podría presenciar "un éxodo masivo de poblaciones a escala bíblica".

Este futuro plantearía muchos desafíos sociales, incluido "el declive cultural, la pérdida de identidad, las dificultades de integración, incertidumbres laborales, y también interrogantes sobre quién recibirá a los migrantes", ha señalado en un comunicado la Universidad de East Anglia, del Reino Unido, que participó en el análisis.

En el caso de Maldivas, que suma en la actualidad 500.000 habitantes, más del 80% del territorio, en más de un millar de islas, se encuentra a menos de un metro sobre el nivel del mar. Los investigadores sostienen que para la protección de todos esos terrenos, a largo plazo, habrá ineludiblemente que elevar su altura sobre el nivel del mar.

Refugiados climáticos isleños

Con las previsiones actuales de aumento del nivel del mar, las alrededor de 200 islas naturales habitadas de Maldivas podrían quedar sumergidas para 2100.

Los autores aportan así una alternativa a la visión pesimista generalizada de que, en última instancia, la respuesta final al aumento del nivel del mar será la migración forzada, el abandono de atolones e incluso de países enteros y la aparición de refugiados climáticos isleños.

Villa turística en la Isla de Kihavah Huravalhi, en el atolón de Baa (Maldivas)

Villa turística en la Isla de Kihavah Huravalhi, en el atolón de Baa (Maldivas) / unsplash

"Las naciones con atolones de baja altitud son muy vulnerables al cambio climático, especialmente al aumento del nivel del mar. Una mitigación estricta del cambio climático ralentizará pero no detendrá el ascenso de las aguas, que continuará durante siglos, lo que exigirá una adaptación adicional a largo plazo", recoge el estudio, publicado en ‘Environmental Research: Climate’.

Hay un problema adicional: la creciente urbanización está concentrando la población en unos pocos centros, especialmente alrededor de las islas capitales, lo que crea una presión adicional ya que la mayoría de las naciones con atolones son 'pobres en tierras’ aptas para vivir.

Los autores sostienen que la adaptación estructural mediante la elevación del terreno y la formación de islas artificiales es posible, y se puede utilizar "para mantener suficientes áreas de terreno por encima del nivel del mar para satisfacer las necesidades sociales y económicas durante varios siglos".

El estudio tomó como referencia las Maldivas, especialmente en la capital y sus alrededores (Gran Malé), donde ya se han producido desarrollos significativos y se esperan aún más. La migración a los centros urbanos, especialmente a Malé, está muy extendida y la tendencia continúa, lo que implica que muchas otras islas están despobladas o abandonadas.

Soluciones innovadoras y positivas

Maldivas ya ha construido varias islas artificiales, una de ellas junto a la de Malé, la de Hulhumalé, utilizando arena extraída del mar, y planea construir varias más para adaptarse a las necesidades de la rápida urbanización y el despegue del sector turístico.

"El turismo es fundamental para la economía de Maldivas. Las islas turísticas requieren un ambiente diferente al de las islas urbanas. Podrían sostenerse con una ingeniería blanda que refuerce los procesos naturales que producen los atolones", señalan los autores del estudio.

Vista parcial de la isla artificial de Hulhumalé, en Maldivas.

Vista parcial de la isla artificial de Hulhumalé, en Maldivas. / Sham'aan Shakir-Shammu

"Si bien el avance de la tierra y el levantamiento de islas brindan una solución técnica ante el aumento del nivel del mar, cualquier aplicación también debe abordar los desafíos adicionales de política, humanos, físicos, de ingeniería y económico-financieros que se plantean", añaden.

Habilitar islas artificiales, para que la población pueda mudarse lentamente de manera adaptativa, y elevar las ya existentes supone "una alternativa realista a las suposiciones generalizadas sobre la migración forzada y el abandono nacional", señalan los científicos. Una solución, la de elevar el terreno, que sería también útil y aplicable incluso en las costas continentales. Solo habría que evaluar las implicaciones ambientales, matizan los investigadores.

En cuanto al coste, apuntan que la arena cuesta 7,5 euros por metro cúbico, lo que se traduce en unos 7,5 millones para elevar un metro un kilómetro cuadrado de terreno.

"Las ideas presentadas aquí son un punto de partida y brindan un plan de desarrollo y adaptación para que las comunidades insulares desarrollen soluciones innovadoras y positivas que tengan el potencial de permitirles permanecer en esas islas durante muchos siglos", recoge el estudio

"No obstante, la creación de islas artificiales no es una razón para no mitigar el cambio climático. Es esencial realizar más esfuerzos en ese sentido para reducir los riesgos", exponen los autores.

Estudio de referencia: https://iopscience.iop.org/article/10.1088/2752-5295/acb4b3

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