Volcanes

Así fue la erupción más grande de la humanidad, que causó un “año sin verano”

Mató en 1815 a 100.000 personas y alcanzó una escala que solo se registra cada 500 o 1.000 años

Cráter dejado por el Tambora, la erupción más grande de la humanidad

Cráter dejado por el Tambora, la erupción más grande de la humanidad / Shutterstock

Carlos Salas

El 10 de abril de 1815 a las siete de la tarde, el volcán Tambora, situado en Indonesia, estalló de forma colosal elevando al cielo un tronco de fuego líquido que sepultó bajo 1.000 grados de temperatura el pueblo de Tambora y mató a miles de personas. Era la erupción volcánica más grande de la civilización humana (de 20.000 años hasta ahora) en términos de toneladas de magma expulsadas por la boca: más de 160 kilómetros cúbicos de roca ardiente.

Por el volumen de material arrojado, el Tambora está registrado como “explosión colosal” dentro de una escala llamada Índice de Explosividad Volcánica (IEV). Este tipo de explosiones suceden cada 500 a 1.000 años, y solo hay un acontecimiento telúrico que las supera: las llamadas “explosiones apocalípticas” que arrojan más de mil kilómetros cúbicos de lava, y cuyo último ejemplo fue la erupción del volcán Taupo en Nueva Zelanda hace más de 26.000 años.

La explosión del Tambora produjo una columna de fuego de más de 20 kilómetros de altura (el de La Palma no pasó de los cinco) y se pudo escuchar a 2.000 kilómetros de distancia. Fue muy superior a la del Krakatoa, que tuvo lugar 60 años después, también en Indonesia, en la isla de Java.

Ubicación del monte Tambora, en Indonesia

Ubicación del monte Tambora, en Indonesia / Agencias

Para hacer comparaciones más precisas, la actividad de Cumbre Vieja, el volcán de La Palma que entró en erupción en 2021, fue miles de veces más atenuada que el volcán Tambora. Por poner otro ejemplo, la erupción del Vesubio en el año 79 de nuestra era, está considerada dos escalas más atenuada que la del Tambora, pues la de la Italia arrojó un kilómetro cúbico de materia (100 veces menos que el Tambora), y mató a 2.300 personas.

100.000 muertos de forma inmediata

Según el historiador Willem D’Arcy Wood, unas 100.000 personas murieron inmediatamente después de la deflagración del Tambora. ('Tambora: the eruption that changed the world', Tambora: la erupción que cambió el mundo”).

El Tambora tuvo muchas más repercusiones sobre el planeta. Acabó con la vegetación de la isla de Sumbawa, donde estaba localizado el volcán. Al quedarse sin recursos, la mortandad aumentó en miles de personas por hambre y enfermedades, no solo en Sunbawa sino en otras islas indonesias.

La montaña que existía antes de la fabulosa explosión tenía más de 4.000 metros de altura y quedó reducida a la mitad. La mezcla de árboles y vegetación fue arrastrada hacia el mar, y en lugar de formar un delta, como está pasando ahora con el de Cumbre Vieja, creó islas flotantes, algunas de las cuales medían más de 5 kilómetros de longitud. Esas plataformas viajaron por el mar y llegaron hasta el Índico varios meses después. La potencia explosiva del volcán creó un tsunami que golpeó horas después las costas Las Molucas, y causó miles de muertos.

“El año sin verano”

La nube de azufre llegó a la estratosfera y creó alrededor de Europa una calima que persistió hasta el verano de 1815, razón por la cual se le denominó como “el año sin verano”. Hizo decrecer el paso de luz solar, indispensable para calentar la tierra. Según el historiador D’Arcy Wood, “lo que pasó después de Tambora es que hubo tres años de cambio climático”, dijo en una entrevista al Canal Historia. “El mundo se enfrió y los sistemas meteorológicos cambiaron por completo durante tres años. Y entonces hubo malas cosechas generalizadas y hambruna desde Asia hasta los Estados Unidos y Europa”.

La erupción causó efectos sociales y económicos en todo el mundo

La erupción causó efectos sociales y económicos en todo el mundo / Agencias

Se hizo evidente a finales de 1816 que las cosechas habían disminuido en muchas zonas a poco más de una cuarta parte de los niveles normales, según cuenta el historiador Richard Evans en su libro 'La lucha por el poder' sobre los principales acontecimientos del siglo XIX: “El tiempo de la siega, fuera lo que fuera, llegaba un mes más tarde de lo habitual”. Los Países Bajos sufrieron terribles tormentas que inundaron las cosechas inutilizándolas. Lo mismo pasó en Francia, donde grandes extensiones de tierras quedaron anegadas. Los precios de los productos agrícolas, como consecuencia, empezaron a dispararse.

Cuando llegó el verano, las temperaturas fueron varios grados más bajas que lo habitual. En algunas zonas, la uva no había madurado ni a la entrada del invierno. Durante varios años, las inesperadas heladas en otoño arruinaron miles de cosechas, y en algunas zonas de Europa los labradores ni siquiera pudieron sembrar cereales. En el estado alemán de Baden, cuenta Evans, no recordaban tan malas cosechas en toda su historia. Más de 24.000 ovejas murieron de frío en el invierno de 1815 a 1816 en el sur de Europa, en Voivodina, y tampoco se recordaba tales desbordamientos del Danubio a lo largo de su cauce. También el Rhin se desbordaba mes tras mes en 1817. En Lombardía, ese año, las nieves persistieron hasta mayo.

Desórdenes sociales y económicos en Europa

El precio de los cereales se disparó y con ello el del pan. En París se duplicó en 1817 respecto al año anterior. En Alemania empezaron a aparecer mendigos y merodeadores que escarbaban en el campo para encontrar patatas podridas. Las muertes por hambre se multiplicaban mientras la miseria cundía en muchas zonas de Europa. Bandas de mendigos se veían desde Hungría a Roma y Viena. La mayoría de ellos eran mujeres y niños, flacos como palos, que arrancaban hierbas y raíces para alimentarse. Deambulaban como espectros por las calles y caían muertos en los caminos y en los bosques. En Irlanda, las multitudes en busca de subsistencia inundaban los establecimientos que distribuían ropa y provisiones entre los pobres.

Cráter ocasionado por el Tambora

Cráter ocasionado por el Tambora / Pinterest

En esas fechas, los pobres europeos inauguraron las grandes oleadas migratorias a América. Ingleses, escoceses, escandinavos, alemanes y suizos se dirigieron a EEUU y a Brasil. Muchos alemanes, atraídos por los señuelos del zar Alejandro I, se trasladaron a regiones inhóspitas de Rusia como nuevos colonizadores, algunos de ellos a pie, cruzando las estepas europeas.

“El movimiento masivo de seres humanos a través de grandes extensiones de territorio”, cuenta Evans, “trajo consigo enfermedades epidémicas”. Se cuadruplicaron las muertes por viruela. La desnutrición ocasionó diarreas, disenterías y edemas. Los hospitales se llenaban de personas con escorbuto, por falta de vitamina C, y los piojos celebraban sus festines propagando el tifus y hasta la peste negra. Miles de personas morían víctimas de estas enfermedades en todas las ciudades de Europa, grandes y pequeñas, y especialmente la peste negra se radicó en los Balcanes y en los territorios otomanos. Era, sin lugar a dudas, la mayor catástrofe sanitaria en muchos siglos.

Ya de por sí, llevar grano a las zonas más apartadas de Europa era un sufrimiento porque no había ferrocarriles y los caminos eran rudimentarios. Muchos estaban condenados a morir de hambre puesto que el precio de la avena y del pienso también se incrementó y no se podía alimentar a los caballos. Con lo cual el precio del transporte también se incrementó dejando aún más aisladas a las zonas rurales de Europa.

La erupción se oyó a 2.000 kilómetros de distancia

La erupción se oyó a 2.000 kilómetros de distancia / Agencias

Luego vinieron los motines. Oleadas de muertos de hambre en Gran Bretaña se incautaron de almacenes de grano al grito de “pan o sangre”. Lo mismo sucedió en Francia y en Italia, donde las panaderías fueron saqueadas. En 1817 los precios ascendieron a niveles insoportables para la mayoría de la población europea, de modo que las muchedumbres asaltaban las panaderías y saqueaban las granjas. Se cortaban árboles de bosques de propiedad privada, se boicoteaba a los recaudadores de impuestos y se bloqueaban los centros de distribución de grano.

Una monumental tragedia humana

D’Arcy Wood calcula que las malas condiciones de vida se llevaron la vida de un millón de personas. Pero él suma decenas de millones por efecto de las epidemias de cólera que se desataron inmediatamente después por todo el mundo.

Para colmo, en marzo de 1815, un mes antes de la explosión volcánica, Napoleón se había empeñado en volver a imperar en Francia. Reunió cien mil hombres, pero en junio fue interceptado en Waterloo por una cantidad aún superior de alemanes, ingleses y holandeses que lo derrotaron y acabaron con sus sueños. Rehacer Europa después de las guerras napoleónicas no fue tarea fácil, y menos aún en medio de hambrunas y enfermedades.

Durante aquel año sin verano de 1815, cuando empezaron esta serie de circunstancias climáticas debidas al volcán Tambora, un grupo de poetas ingleses pasaba sus vacaciones en el lago de Ginebra. Atrapados en el interior de sus casas durante días por la lluvia persistente y los cielos oscuros, Mary Shelley escribió “Frankenstein”, una novela aterradora dentro de un ambiente tormentoso. Lord Byron escribió el poema “Oscuridad” cuyo primer verso es: “Tuve un sueño, que no fue todo un sueño".

El brillante sol se apagó y las estrellas vagaron diluyéndose en el espacio eterno, sin rayos y sin camino, la tierra helada oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna”.

Artículo de referencia: https://www.lainformacion.com/asuntos-sociales/tambora-la-gran-erupcion-de-la-historia-que-devasto-la-economia-de-europa/2850183/

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