Voy a hacer un esfuerzo y les recomiendo a todos que lo hagan también. Quedarte pensando en el duelo del pasado jueves no sirve para nada, en todo caso para que te entre una depresión de tres pares de narices que en el fondo nadie queremos y no ayuda lo más mínimo. El pasado, pasado está, y no hay que darle más vueltas. El fútbol vive del presente de forma rabiosa y ese presente para el Valencia es claro y contundente. Y tiene nombre. Se llama Deportivo Alavés y es necesario que el Valencia logre de la forma que sea los tres puntos en juego. Ya no valen más empates ni partidos ultradefensivos. Si Marcelino quiere alcanzar algún objetivo digno en este año del Centenario que se nos está escapando de las manos, debe ir a ganar los encuentros en lugar de a defender con todo el equipo a la espera de que se produzca un milagro en los últimos instantes como sí nos pasó en la Europa League y también la Copa del Rey ante un Getafe que solo fue inferior al Valencia en los últimos instantes del choque de Mestalla. Miren, les voy a ser franco.

Hoy, cuando escribo estas líneas, es viernes y por lo tanto todavía sigo escocido con el ridículo que hicimos ante el Arsenal en Mestalla. Pero vale, sí, soy consciente de que tengo que hacer un esfuerzo y dejar de pensar en el ayer para meterme de lleno en el mañana. Europa ya es historia y ahora mismo lo que sí resulta fundamental para el Valencia es recobrar la senda de la normalidad y lograr una victoria ante el Deportivo -recuerden que al Alavés siempre hay que ponerle Deportivo por delante- y confiar en que el Barça haga los deberes en su propio campo ante el Getafe y ante una afición, la suya propia, que está terriblemente desengañada tras la paliza que le pegó el Liverpool en la Champions y que se merece al menos un buen partido del conjunto de Valverde para intentar frenar el palo que les supuso tener que despedirse con cierta vergüenza de la Champions. Así que ya lo saben. Por un lado debemos ganar al Deportivo Alavés pero poniendo un ojo, a la misma hora, en lo que suceda en el Camp Nou y que sirva de alguna manera de darle algo de confianza a un equipo que ha hecho el ridículo en competición europea y un poco al estilo Barcelona, siendo terriblemente devastados. El cambio de chip es obligatorio y yo voy a empezar hoy mismo a pensar en otro cosa y desde ya me centro en el presente más actual, el presente-presente, y ese pasa por ese doble enfrentamiento en Mestalla y en el Camp Nou. De lo otro, de esa final de Copa que tenemos a la vuelta de la esquina, ya sé que no somos favoritos, pero también soy consciente de que al Barça le importa un pepino ganarla. En caso contrario Suárez no se hubiera operado antes de tiempo pensando en la Copa América con Uruguay.

Y lo de la Curva

El asunto es complicado pero para mí tiene un resumen claro. A un partido de fútbol una afición, por ejemplo la del Liverpool, se vuelca con su equipo desde el minuto uno al noventa. Y por ahí la Curva fracasa a lo bestia en su cometido y de alguna forma resta contundencia a todo lo que reclama. Si tu no das, si tu no te ofreces, no pidas nada a cambio. La afición, en el campo, está para apoyar a muerte y no para plantear guerras con el club. Lastimoso, la verdad. Esperaba que la Curva fuera ejemplar en un día tan importante para el Valencia. Y no, han perdido sus dirigentes toda mi confianza. Una pena. El tiempo da y quita razones. Así es.

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