No es momento para analizar el perfil del Valencia CF en este último partido de Champions, pero sí que encuentro interesante destacar el papel desarrollado por tres tipos que en principio contaban como dudosos. Y lo curioso del caso es que dos de esos tres fueron suplentes, pero también le dieron un toque más que especial al juego ofensivo del equipo. Me refiero a Ferran y Vallejo y en cómo cambió el partido en cuanto esos dos entraron en juego y defendieron el escudo con honestidad. Del tercero es preciso hablar aparte, simplemente porque entiendo que se lo merece y de alguna forma lo estaba esperando el valencianismo en general. Hablo de Kondogbia, del partido de Kondogbia, del golazo de Kondogbia y de como Kondogbia recuperó su mejor versión cuando todos estábamos con él y con su rendimiento un poquito mosqueados. Y su gol, el tercero del Valencia CF frente al Lille en el minuto 85, el que cerraba de forma clara un duelo que el Valencia llegó a tener muy complicado, pero en el que supo reaccionar y elevó el clima de Mestalla como hacía ya mucho tiempo que no veíamos ni sentíamos. Y sí, nombro a estos tres por lo extraordinario de su partido, pero lo justo sería inscribir a todo el equipo por ese resultado contundente y por convertir a partir de ahora los partidos en Mestalla en una fiesta del fútbol.

Mestalla existe

Los jugadores ganaron, ganaron bien y con goleada, y eso debe representar un cambio en la actitud del Valencia CF en cada partido que juegue en su feudo. La magia de Mestalla existe y ha existido siempre, pero parecía algo dormida, despistada, pendientes de un partido redondo para volver a ser esa grada que pese a los esfuerzos made in Singapur para dejarla casi sin voz y tristona, renace con fuerza arropando a los suyos y dándoles el aliento que tanto cambio les ha generado esta temporada. Y Mestalla vibró como hacía mucho tiempo que no vibraba. Dicen que la grada anima a los jugadores, pero yo en este caso lo creo al revés, pienso que fueron los jugadores y su goles los que despertaron al público del viejo coliseo de Mestalla para que todos juntos viviéramos una noche especial y espectacular. Todo sigue vivo y precisamente será aquí, en Mestalla, donde el Valencia CF se jugará ante el Chelsea su opción para pasar a la siguiente fase de la Liga de Campeones. Antes, eso sí, tendremos el sábado la visita del Granada para comprobar que sí, que el efecto Mestalla vuelve a imperar pese a los obstáculos que nacen por parte de la propiedad y que esa fuerza que sí otorga el añejo y querido coliseo tiene la entidad suficiente para hacer de este Valencia un equipo terrible y combativo, muy difícil de derrotar en su propia casa. Lo que no ha sido hasta ahora.

Y el penalti de Parejo

ParejoNo fue su mejor partido ni fue uno de los destacados del encuentro. Pero tiene narices la cosa al ver cómo se supera partido tras partido y la frialdad que atesora en momentos clave que le otorgan, juegue bien o discreto, el papel de capitán. El martes Parejo jugó un partido extaño e incluso el Lille se adelantó en el marcador aprovechando un error suyo. Pero ese error no fue suficiente para arrancarle el fútbol que lleva muy dentro Parejo. En el penalti a favor del Valencia, en pleno lío por ir perdiendo, tuvo la sangre fría de recomponerse y lanzar la pena al estilo Panenka casi sin despeinarse. Y eso sí es de crack.

Más artículos de opinión de Vicente Bau, aquí.