Yo estaba allí. Muchos estábamos allí. A mi derecha Paco Lloret y por arriba y por abajo viví ese partido rodeado de periodistas. Era un día histórico. Doblemente histórico. Como valencianistas vivía mi primera final plenamente consciente de lo que representaba. Y como director de este diario, de Superdeporte, era nuestra primera final y la primera gran final para un diario que de alguna forma daba sus primeros pasos rodeado de aficionados y con el objetivo claro de ser un referente para siempre jamás de todos los aficionados al fútbol del Valencia CF.

Marcó Mijatovic y...

Y todo resultó inolvidable. Cerca de donde un montón de valencianistas estábamos colocados marcó un golazo Mijatovic y esa alegría es imposible de explicársela a todos ustedes. Estábamos ahí, la final estaba ahí, abrazos por todos lados y de pronto... la mundial. Empezó a caer de todo y todos nos mirábamos con cara de alucinados e incrédulos. Y de pronto sucedió lo normal y lo impensable para un duelo de semejante categoría, El árbitro, con muy buen criterio, mandó a todos a la ducha ante la que estaba cayendo y en ese momento de acabó esa final para el recuerdo... hasta unos pocos y desgraciados días después.

Y llegó el tanto rival...

En la reanudación, con unos poquitos minutos por delante y unos cuantos días después, llegó ese gol del Depor que no dejó a todos con cara de tontos y robó con justicia una Copa que estaba siendo la mayor ilusión del valencianismo en años. En Superdeporte ese día de autos quedará marcado para siempre. Como director aprendí de golpe y porrazo que el equipo podía ser campeón antes de que se jugara el partido, siempre podía, pero jugártela al día después era un riesgo excesivo para un director novato como yo.

Aprendimos

Después de ese día inolvidable -me acuerdo con cariño de Juanito Fraile de forma especial- vivimos una especie de regreso francamente inolvidable. En el diario destacó la labor de un Julián Montoro que tuvo que llenar págnas y más páginas sin publicidad y apenas sin gente para ayudarle. Pero aprendimos. Aprendimos todos. Las finales se jugaban para el periódico diez días antes de disputarse y con esa filosofía y el buen hacer de nuestro club llegó la época más gloriosa de nuestro Valencia. Me acuerdo de ese día de forma brutal e incorregible. Y ahí aprendimos todos. El Valencia perdió la final... pero Superdeporte, a partir de ese instante, ganó su primera gran batalla. Aprendimos a lo bestia. Y eso resultó inolvidable.

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