El disparate está ahí. Servido casi en bandeja de plata para un Valencia CF que no nos para de dar un disgusto tras otro. Y el tema es el siguiente, imaginativo al cien por cien, es decir, no es real, pero se lo pueden tomar como una fantasía que en el fondo está en perfecta sintonía con todo lo que está ocurriendo en el actual Valencia sin ningún género de dudas. El tema es el siguiente. Tenemos un máximo accionista que, como todos ustedes saben, se llama Peter Lim. Y tenemos un restaurador, o cocinero como se decía antes, llamado Karlos Arguiñano, que sale todos los días por televisión desde hace lustros y que no para de meter la pata con nuestro arroz.

Al palco VIP

Y el arroz que en teoría prepara Arguiñano, un arroz que él solito ha denominado como paella pura y dura, consiste sencillamente en hacer un guiso con pollo y marisco (creo que no había chorizo de por medio, menos mal) y ponerle ese título mágico de paella para todos los torpes comensales de este cocinero vasco. Y ahora entra Peter Lim y lo primero que hace es ponerse en contacto con Mendes para hacerle un encargo de los suyos, pero este de forma definitiva y pensando en dar algo calentito en el palco VIP de Mestalla. Hay que fichar a Arguiñano.

El encargo

La llamada de Lim, obviamente desde Singapur, es para indicar al agente un par de cosas que tienen su importancia pensando en el futuro inmediato del Valencia CF. Por un lado le va a rogar a su amigo que le venda unos cuantos titulares, porque ya sabemos todos que está un poco pelado de pasta el hombre. Si son buenos, eso a él se la trae al fresco. Y por el otro lado, pensando en el día en que Mestalla vuelva a abrir sus puertas, le va a rogar que llame a ese tal Arguiñano para que sea el chef del palco VIP.

Paellita en Mestalla

Seguimos adelante. Al final Peter Lim (gracias a Mendes y sus muchos contactos) consigue que le llame Arguiñano y llega la inmensa propuesta de nuestro máximo accionista pensando en el futuro del club que él ha comprado. Le dirá a Karlos -me refiero a Arguiñano- que queda contratado para el futuro con el fin de dar un aperitivo en el palco VIP de Mestalla para todos los invitados, un ágape en el que por supuesto no debe faltar eso que él llama paella sin cortarse lo más mínimo. ¿Jugadores? Que no, que con eso no hay prisa, no es lo importante en el fútbol. Nos quedamos con las formas de Meriton y con esa paella indigna de Karlos Arguiñano para seguir asombrando al mundo entero. Aún nos pasa poco.