Durante años, el amor fue lo más importante. Era la cabina de mando, el centro de mis pensamientos, marcaba la dirección de mis pasos. No me arrepiento de las noches de insomnio, ni de aquella angustia que me trituraba el estómago y que en verdad era ansia por descubrir. La vida te regala varios cursillos intensivos, entre ellos el aprendizaje de los amores difíciles -no existen los fáciles-. Las mujeres nos enamoramos profundamente del amor; de sus sensaciones placenteras, de los toboganes de las endorfinas y sus desencuentros rabiosos. Y, en nuestras ensoñaciones, inventamos escenas que solo viviremos en nuestra imaginación...