Paciencia es lo primero que hay que tener para asistir como observador al rodaje de una película. Hay que estar preparados para ver cómo se repiten una y otra vez idénticos movimientos y escenas. Y aun cuando ya parezcan perfectos, y suficientemente pulidos, el director gritará intempestivamente “¡Corten!” y todo volverá a empezar de cero. Una hora después es posible que se siga intentando que la escena de una chica vestida de rojo cantando por una calle de San Francisco quede perfecta.