El común goteo de experiencias personales del autor en toda novela excede lo meramente incidental en la obra de Delphine de Vigan (Bolougne-Billancourt, 1966), que concibe la literatura, según afirma, como “una manera de mirar el mundo, de comprender sus luces y sus sombras. Un prisma a través del cuál puedo observar a mi alrededor”. Ya en su primer libro, Días sin hambre, publicado en 2001 bajo el pseudónimo de Lou Delvig, hablaba sin pudor de la anorexia que padeció de adolescente; y el centro de la premiadísima Nada se opone a la noche (2011) no era otro que el trastorno bipolar de su madre -que la llevaría al suicidio-, y cómo este afectó a la familia.