Flores, tocador, viajes, remolinos de seda: en esta gran nave del Museo de las Artes Decorativas de París, transformada en salón de baile, miles de visitantes se dan cita cada día para embriagarse de belleza y de lujo. Pero hoy no. No hay ni un solo visitante. Las puertas todavía no han abierto. Sin embargo, Rossy de Palma aparece de la nada, como una llamarada negra y roja, con un trench beige, y sus tacones. Lleva un body ajustado con la misma naturalidad con que se lleva una camiseta cualquiera. A su alrededor, bolsas. Muchas bolsas. Y su hija. También está su amiga, exagente, exmodelo, Kalia Garzón, que me cuenta que en la casa Dior una chica le puso una zancadilla que hizo que se cayera al piso. Marc Bohan, furioso, le soltó a Kalia: "Uno no se cae si lleva puesto un vestido de Dior"...