Ni en sus sueños más disparatados, la adolescentes Joana Vasconcelos (París, 1971), entonces empeñada en ser una gran karateca, imaginó que acabaría convertida en la artista portuguesa más reconocida de su generación. El guión de su vida dio un giro inesperado a causa de una lesión de rodilla que la obligó a reinventarse. El kárate, sin embargo, le dejó algunos recursos útiles para su nueva carrera: “Las artes marciales exigen concentración y perseverancia. Los resultados se logran a base de trabajo y sudor. Y esa es la actitud con la que me enfrento a la vida”.