A Keira Knightley (Teddington, Inglaterra, 1983) no la dejan ser normal. No se sabe si es por envidia o simplemente porque mucha gente detesta encontrarse a una estrella de cine ejerciendo de ciudadana corriente en el supermercado, o de compras por la calle. Exigimos que a los actores y las actrices el éxito no se les suba a la cabeza, pero, por otro lado, nos confunde que lleven una vida alejada del glamur que se les presupone. Como ha contado en varias ocasiones, rara vez se le acercan para mostrarle admiración; lo habitual, dice, es que la paren para decirle que no les gusta su última película, que no les gusta su cara o que no les gusta verla comprando pañales. Algunos le tienen (casi) tanta tirria como a Gwyneth Paltrow.