“Soñé con pieles”, le comunicó, expectante, la gran señora de Reyes Oribe a Borges; él contestó: “Debió de ser una pesadilla”. Enigmático como siempre, Borges evoca algo horrendo que los demás tendremos que imaginar. Yo tiendo a visualizar a una esbelta mujer porteña entrada en años, con cara de cordero, codiciando un abrigo de piel de lobo; le cierra el escote la joya icónica de Cartier, una imponente pantera.