Siempre que un diseñador nuevo llega a una marca centenaria y conocida, la prensa se hace la misma pregunta : ¿qué pasará con los archivos de la casa? ¿Sabrá el creador adaptar la venerada tradición al deseo consumista del presente? Si, además, tu predecesor en el cargo tuvo éxito de ventas, base de fanáticos y un puñado de prendas convertidas en éxito viral, la cosa se complica.