Al menos en España, asociamos la palabra Navidad con celebración, vacaciones, regalos, familia y con comida. Pero no cualquier comida: cenas de empresa y a veces varias, o reuniones familiares con ingentes cantidades de comida que, muchas veces nos llevan a aumentar nuestros kilos más de la cuenta, o a pasar algún que otro disgusto por empacho.

El caso es que es malo comer mucha cantidad, especialmente en esta época nos suele ocurrir porque estamos inundados de comidas copiosas y durante muchos días seguidos.

"Sin ninguna duda alguna siempre es malo comer en exceso. Todos los alimentos se metabolizan a través del tubo digestivo, el hígado y los riñones, y por tanto, las cantidades exageradas de comida constituyen un trabajo añadido a estos órganos y sistemas", advierte en una entrevista con Infosalus el doctor Pedro Javier Cañones Garzón, responsable del grupo de Patología Digestiva de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).

Asimismo, advierte de que, por otra parte, todo alimento que no es inmediatamente empleado se transforma en grasa y pasa a formar parte de las reservas calóricas; es decir, contribuye a incrementar el peso del individuo.

A la hora de distinguir un empacho o una indigestión, que aclara que no son términos médicos, Cañones señala que lo más parecido a un 'empacho' en terminología médica es la 'ingestión excesiva de alimentos', que provoca sensación de plenitud abdominal y puede acompañarse de malestar, náuseas, vómitos y, en ocasiones, de lo que se denomina como 'síndrome vagal': mareos, palidez, sudoración profusa, frialdad generalizada e incluso el síncope.

"La indigestión no se corresponde con un solo cuadro. Lo más frecuente es que sea la consecuencia de una intoxicación alimentaria, de una condimentación exagerada a base de especias, o de un exceso de bebida alcohólica acompañando la ingesta", precisa el especialista de la SEMG.

Por ello, el especialista aconseja sobrellevar este tipo de cuadros "con mucha paciencia" ya que, una vez que se desencadena el malestar, hay que esperar a que el organismo recupere el equilibrio. "No es conveniente atender los consejos de quienes recomiendan provocarse el vómito para aliviar el malestar, porque eso produce otro tipo de daños en el esófago y en la faringe (e incluso en la tráquea y en los bronquios), a causa del ácido procedente del estómago", destaca el doctor Cañones.

Medir la comida y la bebida

En estas fechas, como en cualquier otro momento del año, el experto cree que deberíamos ser mesurados en el comer y en el beber. "No se festeja mejor con excesos, al contrario, pueden acabar aguándonos la fiesta. Lo realmente importante es lo que se festeja y con quién se festeja. El cómo se festeja es secundario y, en caso de excesos, contraproducente", apostilla.

A su juicio, cuanto menos se modifiquen nuestros estilos alimentarios cotidianos, mejor. Especialmente, dice que si se padecen enfermedades crónicas (cardiovasculares, respiratoria, digestivas, renales, entre otras), que pueden desestabilizarse por estos excesos y desembocar en una agudización incluso grave.

Sobre si conviene realizar más deporte en estas fechas para contrarrestar los excesos, el miembro de la SEMG subraya que la práctica deportiva es "siempre recomendable", adaptado a la edad y a las condiciones de salud de cada persona. "Precisamente por eso, puede llegar a ser peligroso tratar de paliar los excesos con un nivel de ejercicio físico que no es el que se acostumbra a realizar; mucho más si la norma es el sedentarismo"; precisa.

Finalmente, el doctor Cañones reitera que, en general, toda persona con tratamiento por una enfermedad crónica debe huir de los excesos alimentarios habituales en las fiestas de Navidad.

"Son muchos los fármacos cuyo metabolismo se ve alterado por asociarse a cierto tipo o cantidad de alimentos. Eso puede conllevar su pérdida de eficacia o un incremento indeseado de su actividad farmacológica (que llega a ser nocivo). En todo caso, la norma para todo el mundo debe ser no alejarse demasiado de las costumbres cotidianas, porque el organismo no siempre responde adecuadamente a las modificaciones bruscas de los hábitos", sentencia el experto.