Diez años han pasado desde que Steve Jobs presentó aquel teléfono que lo iba a cambiar todo. Y más allá de la innovación -o la ausencia de esta-, Apple ha sabido mantener a su iPhone como uno de los objetos más deseados del mundo. Y conseguir eso durante una década no es en absoluto fácil. Así, año tras año, iPhone tras iPhone, llegamos al que de nuevo podría -y debería- ser el dispositivo que cambie a toda una industria. Pero, ¿cómo debería ser el iPhone 8? Lo primero es llamarlo de otra forma. ¿Qué tal una gran y misteriosa 'X', un 10 en números romanos?

El mayor enemigo de Apple no es Samsung. Son las filtraciones. Ya lo sabemos todo del nuevo iPhone 8 -¡Ay no, que se llama iPhone X!-. Como si del mercado futbolístico de verano se tratara, casi todo se ha filtrado ya. Pero al igual que ocurre con el deporte rey, del rey de la telefonía no siempre todo lo que se dice es cierto. Así que mejor aventurarnos a imaginar cómo deberían ser las novedades del iPhone 8. Perdón, del iPhone X.

Lo primero que debería tener es una pantalla capaz de revolucionar todo lo que conocemos. La actual tendencia es montar pantallas casi sin bordes, pantallas infinita, como diría Samsung. Las imágenes filtradas del iPhone 8 -vaya, hoy estoy torpe-, que será 'X', presagian una pantalla demoledora con la competencia y con todo el sector. La tecnología OLED nos deja claro que se podrá disfrutar de una calidad de imagen sorprendente, pero la ausencia casi total de marcos podría ser lo que realmente marque la diferencia.

Si vamos más allá de la pantalla y nos imaginamos un iPhone 8 -o 'X'- disruptor tenemos que pensar en un sensor de huella dactilar invisible, por debajo de esa pantalla que ocupará casi todo el terminal. Es evidente que la compañía de la manzana mordida no querrá abandonar una tecnología en la que fue pionera al implantarla masivamente en todos sus teléfonos. Y está claro que no querrán estropear esa magnífica pantalla, así que también debería haber sensor 'invisible' de huellas dactilares. Por debajo de la pantalla. Ponerlo en la parte trasera estaría ya muy visto.

Siguiendo con la seguridad, el iPhone 8 -lo sé, será 'X'- tendrá nuevas tecnologías biométricas hasta ahora inexistentes en sus dispositivos. Siguiendo con la actual tendencia del mercado es lógico pensar que habrá un sistema de reconocimiento de iris para desbloquear el teléfono. Y muy posiblemente ese sistema se complemente con un sistema de reconocimiento facial que, pese a ser menos seguro que el anterior, siempre es más rápido y sencillo de usar.

Lo que no debería faltar

El iPhone 8 -perdón, 'X'- debería tener carga inalámbrica. Sin más. O quizás con mucho más. Solo los que han podido utilizar esta tecnología saben la infinita comodidad que supone prescindir de los dichosos cables. Empresas como Mophie ya tienen en el mercado carcasas para dotar de carga inalámbrica al iPhone 7 y 7 Plus. Y pese al aumento de grosor y tamaño del dispositivo, merece mucho la pena olvidarse de andar conectando y desconectando un cable que todos sabemos cómo termina tras un año de uso intensivo. Pero yendo más allá, ¿se imaginan una carga inalámbrica que no sea solo por contacto sino también por proximidad?

Junto al iPhone 8, que se llamará 'X', y que será un tesoro difícil de conseguir por su precio -superará los 1.000 euros casi con toda probabilidad- habrá dos versiones más. Y estas sí se llamarán iPhone 8 y iPhone 8 Plus. Es lógico pensar que además del teléfono más completo que jamás habrá creado la compañía coexistirán dos dispositivos más, al alcance de gran parte del público. Y puestos a pedir, ¿por qué no un pequeño SE evolucionado? Lo cierto es que sería extraño ver cuatro iPhone distintos en el mercado, pero nunca se sabe. Sea como sea, seguro que habrá más de lo que imaginamos y mucho más de lo que sabemos.

Este martes 12 de septiembre saldremos de dudas, en directo, desde San Francisco y en esta misma página, donde estaremos desplazados para dar cobertura a uno de los más importantes eventos tecnológicos del año: la presentación del iPhone 8. Aunque se llame 'X'.