"Necesitamos que vengáis a coger las cosas de tu hermano, hemos intentado esperarlo, pero vamos a dejar el piso ya y no está". La llamada irrumpió la calma de la familia de Óscar González Barco. "Hace un mes que no aparece, no podemos esperar más". Eran sus caseros, el matrimonio con el que convivía, la pareja que desde hacía un año y medio le había alquilado una habitación en su casa en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona).