Minuto de silencio roto por la indignación de los familiares de Francisco, uno de los marineros fallecidos. Su hermana protestaba por el hecho de que todavía nadie se haya puesto en contacto con ellos para comunicarle el fallecimiento y ni siquiera hayan podido identificar su cuerpo un día después del naufragio del Vilaboa Uno. En el puerto sus gritos de protesta se mezclan con las lágrimas de la hija de Walter, el mecánico del pesquero que sigue desaparecido: "Estamos desesperados. Necesitamos un cuerpo, por lo menos, para poder llorarle y enterrarle". Su familia pide que se insista en la búsqueda. No descartan que su cuerpo esté atrapado en la embarcación a ciento veinte metros. Una profundidad a la que intentarán llegar mediante un robot. Las familias también reclaman que se esclarezca el motivo del hundimiento. Nadie entiende cómo entró el agua y la embarcación, sin carga, acabó tan rápido bajo el mar.