La selección de Argentina es la subcampeona del mundo pero ha llegado a Buenos Aires con la derrota en la cara. El más serio era Leo Messi, el capitán al que vimos cambiar de gesto ni siquiera al recibir el balón de oro del Mundial. Pero les aguardaban cientos de aficionados para dar un poco de calor humano a la albiceleste rodeando los autobuses que les han llevado hasta el lugar de concentración donde aguardaba la presidenta Cristina Fernández.