Así fue la celebración del Villarreal en el vestuario del Allianz Arena

Las declaraciones de Nagelsmann y la prepotencia germana fueron elementos motivadores para Unai Emery y la plantilla grogueta, que terminaron celebrando una gesta en Múnich

Los jugadores del Villarreal CF celebran intensamente el heroico empate en Múnich que les clasifica para la segunda semifinal de la UEFA Champions League en la historia del Submarino.

Los jugadores del Villarreal CF celebran intensamente el heroico empate en Múnich que les clasifica para la segunda semifinal de la UEFA Champions League en la historia del Submarino. / Villarreal CF

JOSÉ LUIS LIZARRAGA

Las declaraciones de Nagelsmann, el ninguneo informativo nacional, cierta prepotencia germana con el Villarreal, incluso el majestuoso escenario del partido y la sensación de poderío económico que emerge de Múnich y de todo lo que rodea al Bayern, fueron elementos motivadores para el coach Emery. Posiblemente a los jugadores no les hiciera falta, pero escuchar a un hombre tranquilo como Dani Parejo hablar después del encuentro en Ràdio Vila-real o observar la inquina contenida en el entrenador groguet. Los jugadores lo celebraron en el campo con su afición. Los 1500 que estuvieron en Alemania lo merecían, porque se dejaron oír, como ya hicieran en Gdansk o en Belfast. Sencillamente maravillosos. Luego la fiesta continuó en el vestuario, con tipos como Lo Celso, Albiol, Capoue o el mismo Gero Rulli de animadores estelares. Tampoco faltaron los bailes de Samu Chukwueze. Pero la imagen de Capoue aporreando el cristal del autobús, que en Alemania, como es habitual, salió sin escolta policial, daba para mucho. «¡Este hombre lo rompe!», espetaba un periodista muriéndose de risa. Capoue estaba desatado. 

El presidente sufrió como nunca. Los nervios se le comieron durante los 90 interminables minutos que duró el partido en el Allianz Arena. El presidente del Villarreal acabó con dolores en el cuello por la tensión. A su lado, su hijo Fernando, aparentemente siempre frío, pero la procesión del consejero delegado iba por dentro. La explosión de júbilo con el gol del Chukwueze desencadenó en un abrazo padre-hijo inolvidable para ambos. No todos los días se juegan unas semifinales de Champions y más cuando se logran en el majestuoso estadio de uno de los clubs más poderosos del mundo. Roig mantuvo el perfil bajo, que había sido la fórmula que les ha llevado al top 4 de los mejores del mundo. 

Llaneza no pudo estar. Sigue con su tratamiento. Todas las noticias son optimistas. Todos se acordaron de él, lo que estuvieron y los que no estuvieron. En su representación estuvo su hijo José Manuel y su nieto. Roig le llamó emocionado. A renglón seguido, el consejero delegado. Posiblemente lloraron todos juntos. En el palco estaba toda la familia del presidente, incluidos su hermano Juan Roig, sus siete nietos, su esposa y su hijo Elena acompañado de su esposo José María Castro. Juan Mechó, Pascual Ibáñez, Ximo Ballester, Pepe Sifre, Adolfo Andreu, Luis Espejo, Miguel Pérez, Marcos Senna, Javier Serralvo, Manolo Colonques... soltaron sus lágrimas de emoción. A los alemanes se les calentó el champagne Don Perignon. Tendrá que esperar a la celebración de la Bundesliga, porque la Champions no será posible.

La derrota no sentó nada bien en Múnich. Incluso en el hotel Hiyatt donde se alojó la expedición del Villarreal, no se pusieron muchas facilidades para que la expedición celebrará una mini celebración por la eliminación del Bayern, aunque por lo menos no les quedó remedio que servir unas cuantas botellitas de un buen champagne.

Y quedaba el viaje de vuelta. Desplazar a 350 personas en un avión, con rigurosos controles de seguridad no es empresa fácil. La salida se retrasó dos horas, pero hubo tiempo para que los aficionados que fueron con el equipo aplaudieran y alentaran a los suyos. La primera ovación fue para el mago del éxito: Fernando Roig. Luego todos los jugadores recibieron los agasajos de la gente. «Nos vemos en Liverpool», fue la frase más repetida en el aeropuerto. Dentro de 15 días, el club ya trabaja en ello. En Múnich tardarán en olvidar el nombre del Villarreal, aunque Nagelsmann ubique a Vila-real en el sur.