Vicente Guaita es sin duda el jugador de moda en el Valencia. Y se lo merece. Ha hecho dos partidos espectaculares ante dos rivales enormes y los dos fuera de casa. Ha superado con nota el acoso y derribo al que fue sometido y, sobre todo, ha dejado unas sensaciones con un regusto sabroso y difícil de describir.

Sensaciones

El fútbol es como la vida en muchos aspectos y sucede que a menudo en la vida una sensación aclara más las ideas que la más exacta, perfecta e indiscutible operación matemática. Es como aquella canción en que el Drogas no sabe por qué «pero tengo la sensación de que se me escapa sin piedad el último tren y me ha cogido sentado de nuevo en la vía», que por otra parte no es el caso de Guaita. Pues eso, que una sensación a menudo puede ser mejor que mil palabras.

Mi comarca

Y aunque no soy mucho de viajar —soy más como Frodo Bolsón, no me gusta salir de mi comarca—, sí he vivido alguna cosa en esto del fútbol y sí he visto más de un partido porque no sólo de rock and roll vive el hombre. Y viendo a Guaita aguantar el chaparrón ante el Manchester me acordé de un partido en el mítico Highbury del Arsenal. Aquel día el Valencia tampoco perdió y también fue gracias a que un portero valenciano lo paró todo. Se llamaba Palop y era mucho más conocido para el gran público que Guaita, pero ese día gritó al mundo «aquí estoy yo». Es más, recuerdo que en la zona mixta al único jugador del Arsenal que me acerqué fue al francés Rober Pires porque sabía de buena tinta que hablaba perfectamente castellano. No se me olvida la cara de aquel aprendiz de Mosquetero cuando le dije que era el portero suplente... Pires no daba crédito. La misma sensación experimenté el pasado martes por la noche en Old Trafford cuando Guaita sacaba una mano tras otra. Pensé... «este tío hace cosas de buen portero. Hace cosas que me inspiran tranquilidad y poderío al mismo tiempo».

Lo siento Unai...

Dicho esto, hoy es uno de esos días en que agradezco no ser entrenador del Valencia, porque para el lunes tiene que elegir entre César y Guaita. Sería injusto dejar al chaval en el banquillo después de haber aprovechado la oportunidad, pero, amigos, en este Valencia hay algunos futbolistas —no tantos— cuyo crédito es ilimitado y por méritos propios. Y César es uno de ellos. Lo siento, Emery, pero este marrón te lo comes tú.

Centrales

Y para rematar la faena, y no dejar todo el ´embolao´ en el entrenador, y ahora que estamos en octavos de la Champions League, haré una reflexión en favor de Unai Emery. El Valencia jugó en Manchester con dos centrales que no han costado un duro, los dos han llegado a coste cero. Enfrente estaban Rio Ferdinand y Vidic, dos tipos que pueden valer 50 millones entre los dos. Ese tipo de cosas tenemos que valorarlas.